Ayer lunes 28 se realizó el cambio de mando en los municipios de Chile y ente ellos en la comuna capital Santiago, donde ha asumio por primera vez en la historia una alcaldesa del Partido Comunista.

El derrotado, ahora exalcalde de RN, Felipe Alessandri, optó por publicar una lloriqueada carta de despedida en -obvio- el vetusto Mercurio-, como sí los vecinos de Santiago compraran el diario, evidenciando así la falta de sintonía de Alessandri -como la mayoría de los políticos de derecha e izquierda- con la realidad de cómo se informa la gente, la común y corriente, esa que le dio el voto a su contrincante, y que precisamente no se informa por los medios formales y tradicionales.

La carta plantea la «maravillosa gestión» qe realizó lo que deja la pregunta: ¿si hizo tantas cosas espectaculares por qué perdió?

A continuación la epítola de Alessandri:

Tomé la posta hace cuatro años y medio con el firme propósito de hacer de Santiago una comuna a escala humana. Para lograrlo, había que pensar la ciudad y hacer gestión. Ser alcalde no puede encasillarse únicamente en administrar y menos, en el caso del edil capitalino.

Partimos enfrentando el déficit. Ordenando la casa. Y revitalizando el triángulo central. Es ahí donde se generan los recursos para luego poder invertir en los barrios.

Así surgen el boulevard gastronómico de la Plaza de Armas; el ordenamiento del espacio público, limitando el comercio ilegal; Filusa o la Fiesta de la Luz; el premiado Paseo Bandera o el edificio Santiago Social. O el concurso para remodelar los paseos, comenzando por el Ahumada, iniciativa truncada por el estallido. Logramos que el centro volviera a estar vivo; con nuevas patentes comerciales e inquilinos.

Conmigo siempre en terreno, nos enfocamos en dar respuestas eficientes y la Seguridad —así con mayúsculas— siempre fue una preocupación. Logramos un monumental cambio de luminarias en toda la comuna. Duplicamos la red de cámaras, estrenamos el edificio Santiago Seguridad y entregamos a la PDI el emblemático Hotel Bristol para su Prefectura. Fuimos verdaderos coadyuvantes de las policías y fiscalía.

Pero también priorizamos salud y cultura. Sobre todo lo primero, y en un escenario de fuerte exigencia para toda el área, logramos dejar como legado dos Cesfam: uno ya entregado y el otro estará listo este segundo semestre. En materia cultural, promovimos murales, llevamos festivales de jazz y teatro al Matadero. La Bienal de Arquitectura se vino de Valparaíso al corazón del barrio Huemul. Reestructuramos el Municipal y continuamos apoyando al Precolombino. Dejamos en construcción una nueva Casa Colorada cuyo primer inquilino, Mateo de Toro y Zambrano, estaría orgulloso.

Adquirimos el Asilo Hermanita de los Pobres en Matta Sur. Alcanzamos a inaugurar ahí una botica y proyectamos en el lugar un Consistorial II. Ofreceríamos todos los servicios municipales e incluso sesionaría el Concejo y su alcalde; esto, bajo el concepto de ciudad a 15 minutos, para así acercar los servicios a los vecinos.

Esta foto tomada en el Parque Forestal el 4 de febrero a las 13.58 Hrs. (pleno verano) muestra que NO HUBO POLÍTICA DE BAJAR CONSUMO DE AGUA, porque regar los parques al medio día en pleno verano es una contradicción a lo que afirma el ex alcalde. (foto: Infogate)

En términos medioambientales, bajamos el consumo de agua, especialmente en los grandes parques. Inauguramos un Centro de Reciclaje en Los Reyes. Reforestamos tanto el O’Higgins como la Quinta Normal. Lanzamos un Plan de Movilidad a 10 años, que se tradujo en un aumento en ciclovías y ciclosendas.

En educación mucho se dice, pero las obras están a la vista o en ejecución. Nos preocupamos de los que se manifiestan y también de los que no. El Instituto Nacional pasó a ser mixto e inauguramos su Centro de Extensión. Dejamos tramitándose el proyecto de mejora integral del colegio y el Patio de Honor está hoy en obra.

Veníamos trabajando con todo, como alcalde de esos de antes, sin tanta tele y en los barrios. En eso estábamos y de sopetón, el estallido. Cuando aún no salíamos de este, la pandemia. Inmediatamente cambiamos el foco, postergamos proyectos y priorizamos la ayuda social. Reconstruimos la zona cero. Logramos abrir tempranamente una residencia sanitaria; lideramos la vacunación; sanitizamos una y otra vez; repartimos ayuda y conseguimos fondos para los más necesitados, exigiéndonos al máximo como municipio.

Así las cosas, estábamos en buen pie para la elección de octubre, pero se corrió para abril y, finalmente, para mayo. Una elección municipal a la que se le adicionó la de gobernadores y constituyentes. Llegamos finalmente a la fecha, con los contagios disparados, la cuarentena haciendo sus estragos y la discusión enfocada en el TC, sus ministros, el tercer retiro y la señora de las AFP que se hizo célebre con su ejemplo de longevidad laboral. Más aún, el IFE Universal, que tanto pedimos, se anunció la semana siguiente a la elección. Imposible una fecha más polarizada —y politizada— que ese 15 y 16 de mayo.

El resultado ya es por todos conocido: se eligió en Santiago a una nueva administración. Y el Concejo quedó compuesto por ocho mujeres de izquierda y dos hombres de derecha.

En este tiempo, dejamos el alma y los pies en la calle. Cometimos errores, es cierto, pero siempre fuimos de frente, con convicciones y con una política honesta y transparente. Siempre estuvimos con los vecinos, en las ferias y en los barrios. En términos generales, hicimos ciudad, mejoramos la gestión, estuvimos en la calle; y las obras y proyectos quedaron. Tuve el honor de ser alcalde de Santiago y agradezco a los vecinos por haberme dado la oportunidad», remata Felipe Alessandri V.

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