En medio del rebrote de la pandemia y en días inciertos, luego de los anuncios del Gobierno, donde algunos colegios volverán a clases presenciales, el Ministerio de Educación (Mineduc) anunció que este año se volverá a tomar el Simce de Lectura (suspendido en 2015 por el agobio que generaba en los estudiantes), a los segundos básicos y la evaluación de Lectura y Matemática a los cuartos básicos y segundos medios de forma presencial. Sin embargo, han surgido voces que no ven con buenos ojos esta decisión, no por la prueba en sí, sino más bien por el momento que estamos viviendo.
El Simce es una prueba estandarizada que mide el aprendizaje en comprensión de lectura y conocimientos de matemática, y alternadamente en ciencias sociales y ciencias naturales. “Lo que evalúa el Simce es el cumplimiento de los objetivos del curriculum, y es muy importante, porque la calidad de la educación se asocia a los cumplimientos de estos objetivos. Sin embargo, tiene una mirada subjetiva y compleja, puesto que finalmente se utiliza como un mecanismo para rankear, premiar y estigmatizar colegios, y sobre todo, ejercer mucha presión en los niños”, explica Aurora Videla, jefa del Área Creativa de Contenidos de la Editorial Ziemax.
Para la especialista en Educación, el Simce en sí no es un problema, sino que lo cuestionable es el contexto y sus motivaciones político económicas. “Esta prueba debe aplicarse de todas formas, porque el Mineduc tiene que recoger información sobre los aprendizajes de los estudiantes para tomar decisiones, pero han sido años irregulares, tenemos colegios que están funcionando muy bien online y otros que con suerte pueden hacer llegar a sus alumnos algunas guías una vez a la semana. Hay mucha desigualdad y es evidente que el Simce lo va a corroborar, por lo que hay que preguntarse ¿valdrá la pena tomarlo ahora?”, cuestiona.
Y las cifras son realmente preocupantes. El último Estudio Nacional de Lectura realizado en segundo básico, luego de la suspensión del Simce, evidenció que más del 60% de las niñas y niños no logra un nivel adecuado de aprendizaje en lectura y todo hace presagiar que esta cifra puede empeorar. Para Aurora Videla, lo fundamental es que los colegios no trabajen de forma reactiva, luego de los resultados de estas mediciones, “lo ideal es que preparen un programa que vaya desde prekinder anticipándose y fomentando la lectura, pero falta un criterio unificador en esta materia, porque cada colegio se las arregla con lo que tiene”.
Asimismo, hace hincapié en el impacto de la lectura en los aprendizajes posteriores, ya que un niño que lee desde pequeño aprende mucho más rápido que otro, porque la motivación es superior. “Fomentar la lectura va a ayudar a nivelar todas esas diferencias que hoy se están dando debido a la pandemia, llegar a tomar un Simce para evaluar los niveles de competencia lectora sin haber hecho una campaña previa de fomento lector es como una crónica de una muerte anunciada, porque ya sabemos cuál va a ser el resultado, por qué no mejor hacer una política de apoyo, enseñemos a leer y luego de eso planifiquemos y quizás tomar el Simce en marzo o abril del próximo año” puntualiza la jefa del Área Creativa de Contenidos de la Editorial Ziemax
En esta misma línea, agrega que se debe invertir en conectividad, en recursos pedagógicos, en bibliotecas móviles, de modo de fomentar y acercar a los niños a la lectura para que aprendan más rápido a leer, y que la nivelación sea mejor y en menos tiempo. “Si un estudiante aprende a leer tempranamente y tiene un hábito lector, lo va a ayudar en todas las asignaturas, porque posee un desarrollo cognitivo de nivel superior, tiene más argumentos, puede conocer el mundo y explorar las diferentes posibilidades que la vida le ofrece, además le permite conocer su propia historia y proyectarse, conectar y reflexionar sobre las diferentes asignaturas y este buen desempeño será para toda la vida”, expone Aurora Videla.