Exitismo y errada señal oficial por vacunación le pasa la cuenta a Chile con la pandemia al borde del descontrol y Paris desafiante dice: «No tengo ninguna intención en renunciar a mi cargo…»

The New York Times señaló: "dio a los chilenos una falsa sensación de seguridad y contribuyó a un fuerte aumento de nuevas infecciones y muertes que está sobrecargando el sistema de salud”.

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El incomprensible enojo del temperamental ministro de Salú, Enrique Paris -como pronuncia él- con la prensa internacional y que ayer tiló e mentira hoy le caen en el rostro como una amarga verdad, tal como lo señaló The New York Times «dio a los chilenos una falsa sensación de seguridad y contribuyó a un fuerte aumento de nuevas infecciones y muertes que está sobrecargando el sistema de salud”.

Pero Paris cuestionado transversalmente -incluso por el oficialismo que evita a decirlo en on– hoy salió al paso de ello, señalando con total arrogancia: «Esto lo hemos conversado permanentemente con el Presidente de la República no tengo ninguna intención en renunciar a mi cargo, eso es una potestad propia de aquel que me eligió para el cargo, por tanto, es el Presidente quien toma esa decisión», sentenció.

Las cifras y las medidas conocidas este jueves hablan de esta realidad y el rotundo fracaso comunicacional del Ministro Paris y el Gobierno en general, cuestión que muchos actores relevantes -Colegio médico, científicos y expertos en salud pública-advirtieron que no se sacaba nada con una extraordinaria campaña de vacunación si no estaba acompañada de un discurso oficial caro y tajante en cuanto a la mantención de las medidas de prevención las que claramente se relajaron y que fueron acompañadas de varias torpezas como mantener abierto el aeropuerto internacional de Santiago, por donde ingresaron las mutaciones del covid y que ahora no hay claridad sobre su real dimensión de dispersión en Chile, otras torpezas como las insistencia de las religiones en mantener los cultos -como si la fe no se pudiera practicar en casa-, campañas publicitarias y de programas de la tv local promoviendo viajes y reuniones y en que sus animadores sin mascarilla daban el mal ejemplo, tal como lo hicieron en su minuto las máximas autoridades de la República o lo que queda de ella. Y como si fuera poco tanto desatino, una campaña política totalmente fuera de la realidad del momento que se vive, fueron el cóctel perfecto para el desastre que está en curso.

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