“Si el gobierno escuchara más a las regiones y sus autoridades, antes de tomar decisiones, no sucedería lo que pasó ahora. El problema es que son muy centralistas y suceden estas cosas. Así ocurrió con la subida del gas”, opinaba la tarde de ayer domingo, ya con más calma, el obispo de Magallanes, monseñor Bernardo Bastres, luego de conocer la decisión del gobierno en echar pie atrás a la resolución que impedía el desarrollo de cultos religiosos, con aforo limitado en la semana, en ciudades en Fase 2.
Una postura mucho más moderada que la que la propia autoridad eclesiástica había dado a conocer ayer mismo, antes de conocer la medida gubernamental, en su habitual homilía dominical que se graba en la iglesia Catedral de Punta Arenas y que se transmite por televisión y vía online por streaming.
Allí, en línea con las críticas efectuadas el sábado por la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica, y por el cardenal Celestino Aós, había criticado la medida restrictiva del Plan Paso Paso, pero él fue incluso más allá, al señalar que “como ya hemos visto y escuchado, siguiendo la responsabilidad que hemos tenido hasta el día de hoy en lo que se refiere a los aforos, a las medidas sanitarias, me parece que podemos continuar tranquilamente con nuestra eucaristía en la semana. Es cierto que la ley dice lo contrario, pero creemos que cuando una ley es injusta y cuando una ley está contra la conciencia uno puede desobedecer la ley. Esto lo digo responsablemente como obispo y como responsable de la Iglesia Católica en Magallanes”.
Las afirmaciones del obispo recordaron a las de la presidenta del Senado, Adriana Muñoz, quien el año pasado había asegurado que prefería “cometer un sacrilegio con la Constitución y ser destituida” antes que declarar inadmisible el proyecto de postnatal de emergencia.
En las primeras horas de la tarde, sin embargo, el Gobierno reculó ante la presión de la Iglesia y anunció el cambio en el plan Paso a Paso, permitiendo que las iglesias (y todas las denominaciones religiosas) puedan realizar reuniones religiosas en Fase 2, con un tope de 20 personas en lugares abiertos y un máximo de 10 en espacios cerrados.
Paso atrás, pero…
Tras conocer la voltereta del Gobierno, el obispo Bastres destacó que se hubiera llegado a buen puerto y hubiera una rápida solución, aunque no dejó de mantener su posición crítica (y casi subversiva) contra el Gobierno, pero desde otra perspectiva, criticando el excesivo centralismo y alentando a que las autoridades regionales asuman su liderazgo local y no sean simples ejecutoras de las «órdenes del centro».
“Lo que más impotencia causan estas medidas es que van contra lo que se dice y promete. Queremos un país más regionalista y después se toman medidas para la Región Metropolitana, pero que abarcan las regiones”, añadiendo que “no sucede lo mismo cuando hemos estado con problemas de contagios y cuarentenas y la Región Metropolitana gozaba de mayor libertad… por ello, falta que las autoridades regionales asuman su liderazgo y no sean solo ejecutivas de orientaciones y órdenes del centro”, en declaraciones recogidas por La Prensa Austral de Punta Arenas.
«Que diga que la ley es injusta, me parece injusto»
Consultado durante el balance sobre la situación del Covid-19 en el país, el ministro de Salud, Enrique Paris, reconoció no haber escuchado las declaraciones del prelado, «pero que diga que la ley es injusta, me parece injusto».
Añadió seguidamente que «para ser santo hay que ser pecador, así que yo creo que el obispo obviamente deberá revisar lo que nosotros hemos dictaminado de acuerdo con el resto de las autoridades religiosas. No creo que sea bueno que un obispo llame a no cumplir con las normas sanitarias, más aún cuando estábamos conversando con la conferencia episcopal el cambio de esta resolución«.
Explicó además que «en la Fase 2 del plan Paso a Paso, habíamos establecido la posibilidad de realizar cultos y reuniones de tipo religiosas, relacionadas con la espiritualidad (…) No es solo para la Iglesia Católica, de hecho tuve una reunión con los diferentes representantes de distintas religiones y vimos que esto había que corregirlo«.
«Creo que no tiene nada que ver esta apertura a los cultos religiosos, con la apertura de restaurantes y otros tipos de actividades. Además, durante la actividad religiosa se debe mantener un aforo, tanto para las actividades externas como para las internas, tiene que haber una separación entre las personas, tiene que usar mascarillas y tienen un rango máximos de duración de dos horas», agregó.
En este sentido el ministro acotó que «nosotros creemos si se mantienen todas esas condiciones, no tiene por qué haber un aumento en la contagiosidad o en la diseminación viral».
