Llegó marzo. La realidad nacional prosigue encauzada por la pandemia, la crisis económica y elecciones varias. Ejes que nos acompañaran todo el año. Sumemos a ello la Araucanía y la persistente inmigración ilegal. Todo transcurre en el último año de gobierno.
El covid y la recesión azotan a todo el planeta. Fomentan la inmigración y auguran protestas sociales. Demandan proactividad a los gobiernos y escuchar a la población. Por su parte, la Araucanía es hace años un desafío multidimensional. Si no se diagnostica bien no saldrán buenas políticas. La violencia es inaceptable, pero es un error asignarla a un solo actor. Por su parte, las victimas están en todos los bandos. Las FFAA no están para subsidiar la ineficacia de los políticos, Chile conoce los costos.
El Gobierno hace bien en convocar a dialogar pero se dispara en los pies si se manda a cambiar cuando opina otro poder. Si no se escucha al Senado, ¿que queda para los chilenos de a pie? ¿Problema político o de educación? Curiosamente para tratar los temas de la Araucanía se convoca a todos, menos a los mapuches.
En los próximos días están anunciadas muchas movilizaciones. El camino de salida de la crisis pasa por el cumplimiento del cronograma constitucional, la masividad de su apoyo fortalecerá su legitimidad. Ello colisiona con la radicalidad de algunos sectores en los extremos. Los avances democráticos se explican por el apoyo de las amplias mayorías (como el 80%) y no por el maximalismo. Elecciones múltiples producirán un bombardeo de propaganda política, quizás lo que menos espera la población.
Sensación térmica:Población agotada por el encierro y la incertidumbre
Cumplimos un año de restricciones a nuestras libertades, algunas poco explicables a estas alturas. Población agotada por el encierro y la incertidumbre. Poco ayuda la TV manoseando morbosamente el drama de Tomás. Las élites políticas enfrascadas en que tipo de primarias les conviene, todo en medio de un festival de codazos. Gobierno asume que con vacunas (bien) y algo de recuperación económica se puede rearmar. No capta que va de salida, y su obsesión comunicacional llego al punto de saturación.
Todas las autoridades debieran abocarse a enfrentar la recesión y la pandemia, con ello crear el mejor clima para la continuidad institucional del país, especialmente el proceso constituyente. Si no lo logran, la Patria y la Historia se los demandará.
¿A favor de quien corre el tiempo?