El Gobierno argentino, encabezado por Alberto Fernández evalúa por estas horas ejecutar un golpe de efecto de consecuencias inciertas: rescindir definitivamente los avances bilaterales que se firmaron en los últimos 30 años en materia de relaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido, vínculo roto tras la guerra de las Falklands/Malvinas de 1982 y recompuesto ocho años después.
Según señaló este miércoles el medio digital rioplatense Infobae, la administración kirchnerista —bajo el consejo de su Cancillería— pretendería así ganar algo de simpatía en parte de la población, sobre todo en aquel público esquivo en el cual se cuentan militares, un núcleo afín de ex combatientes y sectores nacionalistas, de mayor sensibilidad sobre la soberanía de las islas.
Fuentes diplomáticas confirmaron a Infobae que el análisis del Gobierno radicaría en utilizar la fecha de la recuperación de las Falklands/Malvinas —2 de abril— para realizar el anuncio. Así se daría marcha atrás con los acuerdos de Madrid I y II (febrero de 1990) por los cuales se retomaron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Gracias a ambos acuerdos, se conformó una comunicación continua de consulta entre Buenos Aires y Londres para normalizar los lazos y, en especial, la situación del Atlántico Sur. Además de cuestiones políticas y militares, el pacto abarcaba también temas referentes con la pesca y otros sectores económicos, para evitar litigios y conflictos futuros.
Por su parte, el entendimiento bilateral firmado el 13 de septiembre de 2016 y conocido como Foradori-Duncan —por los nombres del ex vicecanciller argentino Carlos Foradori y el ministro de Estado para Europa y las Américas de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Commonwealth, Alan Duncan— también está en la mira de Fernández y sus asesores más próximos. Que esa hoja de intenciones haya sido emitida durante la gestión de Mauricio Macri le permitirá al Gobierno argentino imprimirle un sesgo de carácter épico a la decisión. En el Palacio San Martín ríen por lo bajo: “Van a derogar un comunicado de prensa”.
Sin embargo, cerca de la Casa Rosada se ilusionan: “Derogar esos acuerdos lo revindicaría (al Presidente) con los argentinos y, sobre todo, la Causa Malvinas (sic). Es un acto administrativo que tiene una gran repercusión política para el mundo, para los militares y retirados argentinos, para los veteranos. Además, todo el pueblo nacionalista lo apoyaría”.
En despachos gubernamentales creen que pelearse en este momento con el Reino Unido es una buena idea. A esa estrategia se le suman los desaires a los Estados Unidos, Chile, Brasil y Uruguay, y a su cada vez mayor proximidad con Caracas. El último guiño fue el portazo al Grupo de Lima. Según los cálculos oficialistas, la movida podría fortalecer la identificación con el ala dura de la alianza gobernante a la que se agregarían nuevos sectores de la sociedad, en momentos en que se evidencia una crisis política profunda, falta de respuesta ante la pandemia, un debilitamiento institucional y una marcha alarmante de la economía.
El regreso del nacionalismo rioplatense
Para el embajador de carrera Roberto García Moritán, de confirmarse esta maniobra se pondría de manifiesto la “improvisación y falta de experiencia” en materia exterior de la actual cancillería. “Yo en estos temas tan sensibles como Malvinas (sic) prefiero la serenidad. Una relación tan compleja requiere de un momento de mayor tranquilidad más que de agitar aguas y demoler, es más fácil que construir”, expresó en diálogo con Infobae.
García Moritán cree que no sería oportuna una rescisión de aquellos acuerdos, sobre todo los de Madrid. “Madrid I estableció la reanudación de las relaciones diplomáticas y consulares. ¿Se suspenden las relaciones diplomáticas?”, se preguntó. Además, se mostró preocupado por la posibilidad de que la toma de decisiones en cuestiones de política internacional estuviera manchada por temas domésticos. “Sería una pena mezclar temas locales con temas tan importantes”, advirtió.
“Si ahora terminan cortando todo, los que van a celebrar son los ingleses: sus futuras entradas al continente ya no tendrán que ser a través de Argentina, sino que podrán volar y comerciar aún más con cualquiera de nuestros vecinos”, dijo por su parte el ex vicecanciller trasandino, Andrés Cisneros. Para el ex hombre fuerte del Palacio San Martín “esta medida cancelatoria empalma como un guante con el resto de una política exterior aislacionista, patriotera y demagógica. Todo el mundo lo estaba esperando”.
Desde el Reino Unido, la potencial medida de la actual administración es vista como un déjá vu de la trágica decisión tomada por el ex dictador Leopoldo Fortunato Galtieri, quien ordenó la invasión a las islas hace 39 años. “Si el Gobierno argentino deroga estos acuerdos representaría un serio paso para atrás en las relaciones entre los dos países y para las posibilidades de un acuerdo eventual”, dijo a Infobae el experimentado diplomático británico Dudley Ankerson, quien fuera miembro del Servicio Diplomático de Reino Unido de 1976 a 2006.
“Supongo que el presidente Fernández, bajo la influencia de CFK (Cristina Fernández de Kirchner), va a tratar de utilizar el tema de las Malvinas para distraer la atención del público de los problemas de su Gobierno, igual a lo que hiciera Galtieri y la Junta en 1982″, remarcó el embajador . Para Ankerson, “la mejor esperanza para la Argentina de conseguir la soberanía sobre las islas a largo plazo sería ganarse la buena voluntad de los isleños. Esto ha sido el caso siempre”. Sin embargo, la estrategia de la Casa Rosada en la actualidad se basaría en caminos más hostiles hacia sus habitantes.
Infobae concluye su análisis señalando que «hoy, esos avances están cerca de ser dinamitados por una nueva especulación coyuntural. La cancillería que conduce Felipe Solá busca exhibir un “logro” en la arena internacional con una maniobra que deterioraría las relaciones con el Reino Unido. Rescindir los acuerdos de Madrid dejaría al país a las puertas de la ruptura diplomática con Londres. Derogar un comunicado de prensa, un homenaje al teatro del absurdo. La original heterodoxia diplomática del Gobierno de Alberto Fernández podría desembocar en un último empujón al aislamiento final al que se conduce la Argentina.