- Entre el 5 y el 10% de las mujeres sufre de esta patología que puede causar mucho dolor e infertilidad, pero que en algunos casos es asintomática.
- Entre las portadoras, entre el 30 y el 50% tendrá dificultades para embarazarse naturalmente.
Desde pequeñas se enseña a las mujeres que es normal sentir algún dolor durante la menstruación, por lo que puede trascurrir un promedio de 5 a 10 años antes que una endometriosis sea diagnosticada. Mientras, las mujeres afectadas sufren en silencio física, psicológica, social y laboralmente, sin saber exactamente qué les sucede. “Entre el 5 y el 10% de las mujeres sufre de esta patología que puede causar mucho dolor e infertilidad, pero que en algunos casos es asintomática”, señala el doctor Rodrigo Carvajal especialista en reproducción asistida de IVI Santiago. Puede causar dolores menstruales de diferente intensidad, con sangrados irregulares y abundantes, además de quistes en los ovarios. Por lo mismo, tiene un gran impacto en la calidad de vida de quienes la padecen
Hablamos de una enfermedad de causa desconocida, con manifestaciones clínicas que abarcan un amplio espectro, desde formas asintomáticas hasta otras que requieren varias intervenciones. Se le considera una enfermedad crónica ya que requiere un plan de atención a largo plazo, con el objetivo de optimizar el uso del tratamiento médico y evitar los procedimientos quirúrgicos repetidos.
La endometriosis se caracteriza por la presencia de tejido endometrial (el que reviste el útero por dentro) en otras regiones del cuerpo. Este tejido está totalmente influenciado por los ciclos hormonales, de ahí que cause dolor fuerte asociado con la menstruación, y cuyo avance puede convertirse en un dolor crónico.
La extensión de la enfermedad varía desde pocas y pequeñas lesiones hasta los grandes endometriomas ováricos y/o extensa fibrosis y adherencias que causan una marcada distorsión de la anatomía pélvica.
Si bien no tiene una cura, para su tratamiento se utilizan fármacos que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida, como los anticonceptivos hormonales, ya que es una enfermedad hormonodependiente, u otros que impidan la producción de estrógenos. También medicamentos antiinflamatorios para reducir el dolor, e intervenciones quirúrgicas para eliminar el tejido endometrial o extirpar el útero, en los casos más graves
La importancia del diagnóstico y factor psicológico
Entre las portadoras, entre el 30 y el 50% tendrá dificultades para embarazarse naturalmente. Según el Dr. Carvajal, “esto se debe a que cuando la enfermedad no es tratada a tiempo, se desarrolla y daña incluso las Trompas de Falopio o los ovarios. Por ello es relevante la detección precoz y el correcto diagnóstico y tratamiento, con el fin de evitar que pase a estadios más avanzados y graves”.
“También es importante que las mujeres con endometriosis sean conscientes de que tienen un riesgo más alto de infertilidad, por lo que no deben aplazar mucho los planes de embarazo, considerar la posibilidad de congelar óvulos antes de los 35 años, y mantener un seguimiento periódico del avance de la endometriosis y el estado de la fertilidad”, finaliza el doctor Carvajal.
“Este riesgo de infertilidad provoca mucha ansiedad entre las pacientes que la presentan lo que, asociado a un cuadro de fuertes dolores, muchas veces incapacitantes, afectan aún más el estado emocional de quien convive con la endometriosis, pudiendo llevar a la depresión”, comenta la psicóloga de la Unidad de Apoyo Psicológico de IVI Santiago Daniela Vargas.
“Es esencial que una portadora de endometriosis tenga conocimiento de su patología y entienda las dificultades que deberá enfrentar. Por ello se define como factor clave un tratamiento multidisciplinario, con control de especialista en ginecología y psicología, y medicina alternativa como acupuntura para atenuar un poco el dolor y mejorar la calidad de vida de la paciente”, finaliza Daniela
Factores de riesgo
Dentro de los factores de riesgo se encuentran tener una madre o hermana con endometriosis, ya que podría ser hereditaria; la aparición de la menstruación a una edad temprana; ciclos menstruales cortos, es decir, tener la regla con más frecuencia (polimenorrea); sangrado abundante (hipermenorrea) y de larga duración en la menstruación (7 días o más), o haberse sometido a intervenciones quirúrgicas del útero, por ejemplo, después de una cesárea o un raspado.