• Más del 70% de las mujeres que posterga la maternidad y recurre a algún método de preservación de la fertilidad lo hace por los llamados motivos sociales
  • La vitrificación mantiene intactas las propiedades de los óvulos hasta el momento de su descongelación, con tasas de supervivencia muy elevadas, en torno al 90%

Día a día son más las mujeres que optan por postergar la maternidad hasta después de los 35 años. Estar mejor preparadas, con mayor desarrollo profesional, más estables económicamente y, eventualmente, un compromiso más sólido como pareja, son algunas de las razones para retrasar la llegada de los hijos.

Los datos respaldan esta tendencia. Si en la década de los 60 en promedio las chilenas tenían cinco hijos (5,4, según la Tasa Global de Fecundidad o TGF), al 2018 esa cifra es de 1,6, según muestran los datos de las Estadísticas Vitales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). En el mismo informe se señala que se ha modificado la edad en que las chilenas tienen sus hijos: mientras en 1978 la cúspide estaba en el grupo 20-24 años, el 2018 se desplazó a los grupos 25-29 y 30-34 años, confirmando que las mujeres tienen hijos a edades más tardías que hace 40 años.

En esta decisión se deben considerar una serie de variables, sobre todo en lo que dice en relación con la salud reproductiva de la mujer, ya que su fertilidad es limitada y a partir de los 35 años desciende de forma muy marcada, tanto en número como en calidad de los óvulos. De hecho, a partir de los 35 años de edad, el potencial reproductivo disminuye y después de los 40 años, la posibilidad de embarazo por mes es menor de 10%.

El envejecimiento del cuerpo y el descenso de la fertilidad es un proceso biológico que, actualmente, no podemos revertir. “Pero sí existen técnicas de preservación de la fertilidad, y si una mujer decide preservar o congelar sus óvulos cuando estos son aún jóvenes, en el momento en el que decida tener un bebé podrá utilizarlos y así tener las mismas probabilidades de embarazo que hubiera tenido en el momento de la preservación. La edad de las pacientes que más recurren a la vitrificación es entre 35 y 39 años, pero se recomienda hacerlo a una edad más temprana, y entre un 75 y 80% lo hacen por motivos sociales”, señala el doctor Andrés Carvajal especialista en reproducción asistida de IVI Santiago.

El tratamiento de preservación de la fertilidad consiste en la obtención y conservación de los óvulos para su uso futuro, y así decidir el momento adecuado para tener un bebé. Esta conservación es posible gracias a la técnica de la vitrificación, una forma específica de congelación de los óvulos en la que se conservan a -196ºC, manteniendo intactas sus características del momento en el que se criopreservaron.

¿Ser mamá? Hoy no, después sí

La congelación de óvulos o vitrificación mantiene intactas sus propiedades hasta el momento de su descongelación, con tasas de supervivencia muy elevadas. “Actualmente está en torno al 90% en pacientes jóvenes (menores de 35 años), muy superior a la de las técnicas de congelación convencionales. Estos pueden mantenerse congelados durante el período deseado, no existe una limitación de tiempo”, explica el doctor Carvajal.

Además, la vitrificación no afecta negativamente la tasa de éxito de los tratamientos reproductivos, ya que los gametos mantienen la misma calidad que la que tenían en el momento en que se conservaron, por lo tanto, las tasas de éxito son similares a las obtenidas con óvulos en fresco, es decir, que no han pasado por un proceso de congelación y descongelación.

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