Se trataba de la conmemoración de los 30 años del Mercosur, y en ese marco se desarrolló este viernes en la mañana una cumbre virtual de mandatarios de los países miembros (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), en proceso de adhesión (Bolivia) y asociados (Chile).
En ese contexto intervino el Presidente Sebastián Piñera, quien destacó la importancia comercial que ha significado para nuestro país este proceso de integración subrayando que, en la actualidad, se ha constituido como el cuarto social comercial del país, además del principal destino de las inversiones externas, con más de US$55 mil millones.
Hizo además un llamado a profundizar la integración entre los miembros de Mercosur y la Alianza del Pacífico, a través del avance de proyectos como el corredor bioceánico, y la implementación del proyecto de Cable Transpacífico, que permita mejorar la conectividad entre todo el continente, sobre el cual el canciller Andrés Allamand precisó que el Mandatario expresó el interés de que se sumen al mismo Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia (Argentina ya se subió al carro este verano).
Pelea inusitada
Pero ya centrada la cumbre en los países miembros, de un momento a otro, el encuentro virtual de presidentes del Mercosur se transformó en un tenso debate de ideas y posicionamientos ideológicos sobre los desafíos que enfrentará la región en el futuro. El gran punto de discordia fue la flexibilización arancelaria, donde Brasil propuso una reducción de los mismos, apoyada por el uruguayo Luis Lacalle Pou, pero que el argentino Alberto Fernández contestó visiblemente ofuscado.
“Obviamente que el Mercosur pesa, obviamente que su producción pesa en el concierto internacional; lo que no debe y no puede ser es que sea un lastre. No estamos dispuestos a que sea un corset del que nuestro país no pueda moverse”, sostuvo Lacalle Pou.
Fernández, según cita el medio digital trasandino Infobae, no lo dejó pasar: “Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento, no queríamos ser una carga para nadie. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si la carga pesa mucho”.
Y agregó: “Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre, que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie. Para mí es un honor ser parte del Mercosur”.
La crisis del Mercosur
El Mercosur se ha ido transformando en un bloque regional que sufre de una creciente anomia y parece ser cada vez más incapaz de resolver sus propias contradicciones. Y mientras Alberto Fernández considera que se debe fortalecer al organismo multilateral -y eso implica postergar la decisión de “flexibilizar” su funcionamiento interno-, Jair Bolsonaro, en cambio, apuesta por la flexibilización porque implica la posibilidad de cerrar acuerdos bilaterales al margen de los otros tres socios del Mercosur.
Luis Lacalle Pou y Mario Abdo Benítez acompañan la posición de Bolsonaro. Para los jefes de Estado de Uruguay y Paraguay, ese eventual esquema de flexibilización abre una eventual saga de tratados con países europeos, asiáticos y con Estados Unidos. Pero a diferencia de Argentina, tanto Uruguay como Paraguay tienen poco riesgo país, baja inflación y no deben 44.000 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI)
Y como esa reforma estructural necesita la voluntad de los cuatro socios, el Mercosur parece seguir condenado a una lógica jurídica y comercial que se ha ido quedando cada vez atrasada en el concierto internacional, y donde Argentina ve una tabla de salvación para su alicaída industria nacional la cual, sin la coraza que representa el bloque, parece en su mayor parte destinada a ser avasallada por por productos internacionales muchísimo más baratos. De hecho, ya sufre un peligro similar frente a la industria de su socio brasilero, pero las normativas internas del grupo han permitido su sobrevivencia, al menos hasta ahora.
