Las limitaciones del modelo biomédico parecen ser uno de los principales obstáculos para superar la crisis de salud en sí misma. En la intención de redescubrir y revisitar los pensamientos, opiniones y experiencias de aprendizaje de los siglos XVIII y XIX, emerge un renovado interés por centrarse en los determinantes sociales, mediante un enfoque que integre factores subjetivos, que reformule el rol de los individuos y que destaque la importancia interrelacionada de la política, la economía y de la filosofía en el campo de la salud.
Lamentablemente, pese a haber transcurrido un buen tiempo desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara que salud no es simplemente la “ausencia de enfermedad”, la medicina moderna sigue teniendo como eje principal el combate a las enfermedades. Ello es parte fundamental del rol de la medicina, pero esta no es la única ni la más importante respuesta frente a la salud. Las transiciones demográficas y epidemiológicas, junto con los crecientes costos de las tecnologías médicas, las crisis fiscales de los Estados de bienestar, así como el enfoque empresarial en el sector de servicios hospitalarios, están obligando a los teóricos a de-construir la noción hegemónica del concepto salud-enfermedad.
Como resultado de ello el debate se centra cada vez con mayor énfasis en la necesidad de un cambio de paradigma. Por otro lado, es también interesante constatar que la satisfacción de las necesidades de los pacientes es otro indicador, entendiendo que la humanización de la atención médica y curativa es parte de la reconstrucción del modelo dominante. Este proceso de humanización permite una evaluación más subjetiva, enriqueciendo la relación médico-paciente. También se aprecia que las sociedades y los gobiernos reconocen cada vez más la importancia de la ética y de la «dimensión social de la salud».
Por tanto, reconocer en términos teóricos el potencial de puntos de vista innovadores implica dar espacio a una cosmovisión transdisciplinaria, desplazada por la especialización y por el tecnicismo, pero que aparece cada vez más importante como referente. La reconstrucción del enfoque pluralista de un paradigma de salud en lugar de una «hiperdisciplina» es crucial, ya que «propone un diálogo entre las ciencias, las artes, la literatura [y] la experiencia humana». En primer lugar, los problemas de la complejidad y de la lógica de las realidades se deben abordar y no ignorar. El estudio de estas complejidades allana el camino para responder preguntas sobre qué tan profundamente arraigado en la sociedad moderna está el paradigma biomédico, e identificar así el potencial para cambios.