Este lunes, el diario farandulero publicaba a toda plana una crónica destacando unos tatuajes del supuesto precandidato presidencial Sebastián Sichel, el mismo que dejó BancoEstado con no muy buenos recuerdos y generó durísimas críticas de los sindicatos del banco por su nulo aporte a la conducción del Banco, que en todos los gobiernos es una de las entidades que está sujeta al cuoteo político en su alta dirección. Pareciera ser que la idea de la nota era resalatar su lado común y corriente y si logra prender en las encuestas.
Pero, quién es Sebastián Sichel se pregunta muchos. Fue presidente de «Plural», también miembro de «Libres» vinculado a la expresidenta Bachelet, trabajo estrechamente junto a Andrés Chadwick y Gonzalo Blumel en la universidad San sebastián controlada los UDI, y mientras estaba en esas funciones y se cree que incluso siendo vicepresidente ejecutivo de CORFO en el actual Gobierno, mantuvo su participación accionaria en el medio electrónico El Dínamo, vinculado a la DC más derechista. Es decir Sichel NO tiene un domicilio político conocido.
Sichel fue entronizado por cierta prensa como un «niño símbolo» del esfuerzo y la meritocracia puesto que cuando niño que vivió como hippie pobre (En Chile nunca los hippies fueron pobres), es decir le armaron esta caricatura marketera para, justamente, lo que pretende ser hoy: un prospecto presidencial sin muchos atributos para el principal cargo para una de democracias, y debe ser por eso que, ante la falta de atributos destacaron sus tatuajes como si eso lo hiciera más interesante o más cercano a la desconfiada ciudadanía o bien sea aributos de estadista que hace tiempo no se ve en La Moneda.