Sin que desde La Moneda se hubieran hecho mayores comentarios, para este mes de enero se había acordado sigilosamente la visita a Chile del Presidente de Argentina, Alberto Fernández, un encuentro cara a cara largamente esperado, luego de las numerosas desavenencias ocurridas entre ambos gobiernos durante el último año, en especial por las comparaciones sobre efectividad de las políticas contra la pandemia de covid-19 efectuadas por el Mandatario trasandino, y los anuncios de extensión de la Zona Económica Exclusiva que entraron en colisión con los límites sostenidos por nuestro país.
Fue esta semana cuando se conoció desde fuentes periodísticas bonaerenses que el Jefe de Estado del vecino país había agendado una visita oficial para los días 18 y 19, misma que se suspendió tras conocerse la cuarentena preventiva de 14 días a la que debió entrar el Presidente Piñera junto a su esposa el pasado martes 12, a causa de un contagio asintomático de una trabajadora en su hogar.
Los nuevos días elegidos para desarrollar la visita oficial según dio a conocer el diario argentino La Nación, aludiendo a fuentes diplomáticas, serían el martes 26 y miércoles 27 de este mes, justo coincidiendo con la finalización del aislamiento sanitario preventivo del Mandatario nacional.
Fuentes de La Moneda, en tanto, indicaron a Infogate que precisamente esas son fechas que se están explorando, aunque no las quisieron confirmar oficialmente aún, señalando que la coordinación la lleva adelante el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Desde Buenos Aires, en tanto, se indicó que la visita apunta a avanzar en acuerdos comerciales y proyectos de integración regional, con una comitiva que estará integrada entre otras autoridades, por el ministro de Economía, Martín Guzmán; Salud, Ginés González; y el canciller Felipe Solá. Dichos nombres no dejan de ser
La elección de dichos nombres por parte de la Casa Rosada no es accidental, teniendo como fondo el intenso trabajo desarrollado por los embajadores Rafael Bielsa y Nicolás Monckeberg para ajustar las agendas de trabajo.
Así, en el caso de Economía, mientras al administración de Piñera ha apostado fuerte por la recuperación económica para superar las crisis causadas por la pandemia y el 18-O, en el vecino país están desesperados por una realidad que está al borde del despeñadero, con la salida masiva de capitales y empresas, controles de precios e intentos de promover medidas que rozan el autarquismo para buscar superar la crisis interna.
La venida del titular de Salud, por otra parte, es el reflejo de la necesidad de ajustar las relaciones sanitarias, superar los encontronazos producidos por la incomprensible carrera de comparaciones de políticas antipandemia emprendida por el Presidente Fernández y, probablemente, buscar una salida para el cuello de botella que significó para Argentina la postergación de la entrada en producción de las vacunas de AstraZeneca y las dudas que genera la vacuna rusa adquirida de emergencia.
Finalmente, la presencia en la comitiva del canciller Solá, más allá de las propias lógicas de una visita de Estado, implica poner un ojo en las polémicas limítrofes consecuencia de la extensión de la plataforma continental presentada ante la ONU, y que fue reflejada rápidamente en los mapas oficiales del vecino país, lo que desató las críticas chilenas por incluir espacios marítimos y proyecciones que estaban definidos tras el Tratado de 1984. Más aún, dicha proyección en cuña hacia el Océano Pacífico implicó afectar la proyección nacional hacia la Antártica. Paralelamente, para Argentina es vital fortalecer su red de contactos, donde tras la llegada de Fernández al poder, el país ha ido viviendo un progresivo aislamiento regional, donde solo el cambio de gobierno en Bolivia abrió una puerta de mayor convivencia política, pero que aún arrastra las poco fluidas relaciones con sus tradicionales tres socios regionales principales, como lo son Brasil, Chile y Uruguay.