Todo partió el 8 de enero de enero de 1947 con el zarpe desde el puerto de Valparaíso de la flotilla antártica, compuesta por dos navíos: la fragata ‘Iquique’ y el transporte ‘Angamos’, cuya misión además de transportar al personal y los materiales necesarios y levantar la base en el sitio en que el jefe de la expedición, el Comodoro Federico Guesalaga Toro, estimara más adecuado.de la El 6 de febrero de 1947 se marcó un hito en la política antártica nacional: se crearía la Base «Soberanía», la primera instalación permanente de Chile en la Antártica, y uno de los pilares que permiten afirmar las aspiraciones soberanas de nuestro país en el Continente Blanco,

Pero llegar a este punto implicó un recorrido de largo tiempo, surgido desde las reclamaciones españolas e la época de la Colonia, pasando por nuestros primeros atisbos de vida independiente, y llegando a inicios del siglo XX, donde los esfuerzos por avanzar hacia una política chilena Antártica fueron parte de la agenda política de diferentes presidentes.

Base «Arturo Prat, 2020.

Sería en la presidencia de Germán Riesco, bajo la cual se negoció y logró de Argentina el reconocimiento internacional del título de Chile como país reclamante del continente Antártico, se creó la primera Comisión Antártica Chilena en 1906, instancia asesora del Ministro de Relaciones Exteriores “con el objeto de estudiar los mejores medios que podrían adoptarse para explorar y ocupar las islas y tierras situadas en la zona antártica americana, y de formar el presupuesto de los gastos que exigirían esas operaciones», y se trató de efectuar la primera expedición oficial chilena al Continente Blanco la cual, a pesar del apoyo general e inicial que recibió, terminó en el baúl de los recuerdos y buenas intenciones a causa del terremoto de Valparaíso de agosto de 1906, que acaparó los recursos nacionales.

El punto cúlmine de este temprano interés nacional por el territorio antártico estaría marcado por el rescate de la expedición Shackleton por parte del piloto 2° Luis Pardo al comando del mítico escampavía Yelcho, en 1916.

Manos a la obra

Luego de algunos años de olvido, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, la idea de una expedición a la Antártica, que diera por resultado el establecimiento de una estación o base en ese continente, se venía estudiando en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en la Armada de Chile desde hacía algún tiempo.

El 4 de noviembre de 1946 asumió la Presidencia de la República Gabriel González Videla, bajo cuyo impulso el Estado y las instituciones nacionales se concentraron en hacer efectiva la declaración del sector chileno en la Antártica, la que había sido materializada en el Decreto Supremo N° 1747 del 6 de noviembre de 1940, bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda.

La llegada de nuevas unidades navales y el impulso del nuevo presidente fueron factores decisivos para impulsar y concretar estas ideas, en momentos en que otros países estaban aumentando su actividad antártica y también sus apetencias territoriales.

En ese contexto, en los primeros días de 1947, 8 de enero, zarpó desde el puerto de Valparaíso la flotilla antártica, compuesta por dos navíos: la fragata ‘Iquique’ y el transporte ‘Angamos’. Tenían misión de transportar al personal y los materiales necesarios y levantar la base en el sitio en que el jefe de la expedición, el Comodoro Federico Guesalaga Toro, estimara más adecuado.

Primera dotación de la Base Soberanía, 1947.

Entre los participantes de esta primera expedición se contaron quien sería uno de los más insignes diplomáticos y promotores de la política antártica nacional, Óscar Pinochet de la Barra, el destacado novelista Francisco Coloane, y un nutrido equipo de científicos.

Luego de visitar varios lugares, se eligió uno bastante protegido y de fácil acceso donde se procedió a construir la base. Así, el 6 de febrero de 1947, se inauguró la primera base chilena en el Territorio Chileno Antártico, la base ‘Soberanía’ (hoy ‘Arturo Prat’), en la isla Greenwich (archipiélago de las Shetland del Sur), dejando en ella una dotación de seis marinos, que permanecieron en el lugar durante un año.

Un año más tarde, se desarrollaría la segunda expedición con la que se buscó afianzar la presencia chilena en el territorio antártico a partir de la creación de una guarnición militar permanente que velara por los intereses chilenos en la zona.

Presidente González Videla en la Antártica, 1948.

Dicha segunda expedición marcaría otro hito mundial: la presencia del presidente Gabriel González Videla, quien sería el primer mandatario a nivel mundial en pisar suelo antártico, acompañado en la ocasión por los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y diversas autoridades políticas.

La ciencia, pilar fundamental de la primera expedición

Durante la realización de la Primera Expedición Chilena a la Antártica, entre enero y marzo de 1947, varios hombres de ciencia chilenos tuvieron la posibilidad de visitar el continente y recabar información en las áreas de trabajo de cada uno de ellos, como nos señala el Instituto Antártico Chileno (INACh) en su sitio web.

Así, el profesor Carlos Oliver, de la Universidad de Concepción, estuvo a cargo del estudio geológico, cuyo objetivo fue apoyar la teoría que señala que las montañas antárticas corresponden a una continuación de nuestra Cordillera de los Andes, denominándose por tanto Antartandes.

En tanto, el geógrafo Eusebio Flores, además de dedicarse a obtener antecedentes de carácter geográfico en la Antártica, también recolectó muestras de rocas y datos sobre la flora y fauna terrestre y marina, junto a datos meteorológicos en los sectores visitados.

Base Arturo Prat durante la segunda mitad del siglo XX.

Los doctores Parmenio Yáñez y Juan Lengerich, de la Universidad de Chile, junto a los técnicos Pedro Brandt y Carlos Kabohl, investigaron las condiciones en que se desarrolla la vida marina en los lugares visitados, recolectando muestras para luego analizarlas en la Estación de Biología Marina de la Universidad de Chile, en Montemar, investigando además las posibilidades pesqueras de la región.

El doctor Guillermo Mann, del Departamento de Parasitología de la Dirección General de Sanidad del Ministerio de Agricultura, realizó estudios sobre varias especies de la fauna antártica, estudiando además los parásitos de algunos vertebrados antárticos y su eventual relación con los humanos. Toda la información y material que recolectó sirvió de base para que escribiera el libro ‘Biología de la Antártica Sudamericana’, uno de los primeros trabajos en castellano que ofrece una síntesis de la dinámica ecológica en ese continente.

El naturalista de nacionalidad francesa, Guy Robin, invitado especial a esta expedición, fijó su atención en la fauna antártica, recolectando especímenes para estudios ulteriores.

El profesor Humberto Barrera, director de la Escuela de Geología de la Universidad de Chile, efectuó observaciones sobre las características glaciológicas, ubicando zonas de glaciares en las Shetland del Sur y en la Tierra de O’Higgins. Llevó un registro completo de de temperaturas, vientos, nubosidad, precipitaciones y humedad relativa, incluyendo, además, observaciones sobre el magnetismo terrestre, determinando su componente horizontal y la inclinación magnética de la Tierra en los puertos Soberanía, Lockroy, Melchior, isla Decepción y bahía Margarita.

Todos estos hombres marcaron la senda para el desarrollo de las diferentes actividades científicas en el Territorio Chileno Antártico, además de ser el incentivo para los demás investigadores que han trabajado tras ellos en este continente.

Foto principal obtenida del Blog Mi Álbum de Recortes.

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