En el 2019, y por tercer año consecutivo, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero volvieron a aumentar y se situaron en un máximo histórico, revela un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Según el reporte anual sobre la brecha de emisiones de la agencia, a pesar de que la crisis del COVID=19 ralentizó temporalmente la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera en 2020, el mundo todavía está en camino a un aumento catastrófico de temperatura superior a los 3 grados centígrados sobre los niveles preindustriales para este siglo.
Desde el 2010, las emisiones de gases que causan el calentamiento global -excluyendo aquellas producidas por el uso de la tierra, que son más inciertas y variables- han registrado un crecimiento promedio anual del 1,3%. En 2019, el aumento fue más pronunciado y llegó a un 2,6% debido al gran aumento de incendios forestales.
«El mundo todavía está en camino a un aumento catastrófico de temperatura superior a los 3 grados centígrados sobre los niveles preindustriales para este siglo»
La agencia de la ONU explica que las emisiones producto del cambio de uso de la tierra representan aproximadamente el 11% del total a nivel mundial, y el grueso de esta cifra se genera en unos pocos países.
Emisiones estables en países ricos pero aumentando en naciones en desarrollo
A lo largo de la última década, los cuatro emisores principales China, Estados Unidos, los 27 integrantes de la Unión Europea, el Reino Unido y la India han contribuido al 55% de las emisiones totales sin el cambio de uso de la Tierra. Los siete emisores principales (los anteriores más la Federación de Rusia, el Japón y el transporte internacional) han supuesto el 65% de las emisiones, mientras que los miembros del G20 generan el 78% del total.
Existen algunos indicios de que el aumento de las emisiones mundiales se está ralentizando en los países que pertenecen a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), pero acelerándose en los países que no pertenecen a la misma
A pesar de la mayor eficiencia energética y la propagación de las fuentes de energía bajas en carbono, las emisiones siguen incrementándose en los países cuyo consumo de energía se ha intensificado marcadamente con el propósito de cubrir sus necesidades de desarrollo.
Efectos del COVID-19
Según el informe, las emisiones de CO2 podrían descender en alrededor de un 7% en el 2020 (un rango de 2% a12%) en comparación con los índices del 2019 a causa del COVID-19. Sin embargo, se espera que el descenso general no sea tan marcado debido a la menor probabilidad de que otros gases de efecto invernadero como el metano se vean afectados.
Al igual que lo afirmó recientemente la Organización Meteorológica Mundial, las concentraciones atmosféricas de CO2 y otros gases siguen aumentando y la reducción temporal por las medidas de confinamiento no tendrá un impacto duradero sobre éstas. Los científicos calculan que el recorte de emisiones en 2020 se traduce en una reducción de solo 0,01°C en el calentamiento global para 2050.
Así, la crisis de la COVID-19 solo ha desencadenado la disminución a corto plazo de las emisiones mundiales y no supondrá una contribución de peso a la reducción de las emisiones para el 2030 a menos que los países aspiren a una recuperación económica que incluya una descarbonización enérgica.
El Programa para el Medio Ambiente explica que para que el calentamiento global se estabilice, es imprescindible que la reducción en las emisiones se mantenga con vistas a llegar a las cero emisiones netas de dióxido de carbono. Situar a los gases de efecto invernadero en el cero neto provocará la cúspide del calentamiento global y su descenso a partir de entonces.
Incierto futuro
Pero el COVID-19 si puede convertirse en una oportunidad en la lucha contra el cambio climático. Una recuperación sostenible de la pandemia podría reducir hasta 25% las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para 2030 y acercar al mundo al logro del objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 2°C, asegura el informe.
Si los gobiernos invierten en la acción climática como parte de la recuperación de la pandemia y concretan sus nuevos planes de neutralidad de emisiones en sus compromisos del Acuerdo de París en la próxima cumbre climática que se llevará a cabo en Glasgow en noviembre de 2021, pueden cambiar el curso del planeta hacia un calentamiento catastrófico.
“El año 2020 va en camino de ser uno de los más cálidos jamás registrados, con incendios forestales, tormentas y sequías que continúan causando estragos. El Informe sobre la Brecha de Emisiones muestra que una recuperación verde de la pandemia puede reducir enormemente las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a frenar el cambio climático”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
En un comunicado, Andersen instó a los gobiernos a respaldar la recuperación sostenible en la próxima etapa de las intervenciones fiscales de la COVID-19 y aumentar significativamente sus ambiciones climáticas en 2021.
Cada año, el Informe sobre la Brecha de Emisiones evalúa la discrepancia entre los niveles de emisiones previstos y los que serían consistentes con los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global en este siglo muy por debajo de 2°C, haciendo todo lo posible por frenarlo en 1,5°C.
Recuperación verde es crucial
Las medidas fiscales para priorizar en una recuperación verde incluyen el apoyo directo a las tecnologías e infraestructuras de cero emisiones, la reducción de los subsidios a los combustibles fósiles, la eliminación de nuevas plantas de carbón y el impulso de las soluciones basadas en la naturaleza, incluyendo la restauración de paisajes a gran escala y la reforestación.
De acuerdo con el informe, hasta ahora las medidas fiscales de recuperación sostenibles han sido limitadas. Alrededor de una cuarta parte de los miembros del G20 han dedicado partes de su gasto —hasta 3% del PIB —, a medidas para bajar las emisiones de carbono.
No obstante, sigue existiendo una gran oportunidad para que los países implementen políticas y programas sostenibles. Los gobiernos deben aprovechar esta oportunidad en la próxima etapa de intervenciones fiscales de la COVID-19, dicen los expertos.
Transformar los patrones de consumo y el transporte marítimo y aéreo
Cada año, este informe también analiza el potencial de sectores específicos en la lucha contra el cambio climático. En 2020, considera el comportamiento de los consumidores y los sectores del transporte marítimo y la aviación.
El transporte marítimo y aéreo, que representa 5% de las emisiones mundiales, requiere atención. Las mejoras en tecnologías y operaciones pueden aumentar la eficiencia en el uso de los combustibles, pero la mayor demanda proyectada indica que esto no resultará en la descarbonización y en reducciones absolutas de CO2. Ambos sectores deben combinar la eficiencia energética con un rápido abandono de los combustibles fósiles.
El informe indica que una acción climática más fuerte también debe incluir transformaciones en el comportamiento de consumo del sector privado y los individuos. Alrededor de dos tercios de las emisiones globales están vinculadas a los hogares particulares, señalan los expertos.
Está claro que el segmento de la población con más ingresos tiene la mayor responsabilidad: las emisiones del 1% más rico de la población mundial representan más del doble que las del 50% más pobre. Este grupo deberá reducir su huella 30 veces para mantenerse en línea con los objetivos del Acuerdo de París.
Las posibles acciones para apoyar y permitir un menor consumo de carbono incluyen sustituir los vuelos domésticos de corta distancia por viajes en tren, crear incentivos e infraestructuras para permitir el uso de bicicletas y automóviles compartidos, mejorar la eficiencia energética de las viviendas y diseñar políticas para reducir el desperdicio de alimentos.