El Frente Amplio, conglomerado de izquierda catalogado como los «hijos desencantados de la Concertación» que apuntaba a una nueva forma de hacer política en el país, se ha transformado, poco a poco, en uno más de los alicaídos partidos y coaliciones  que cada día han caído en popularidad y adhesiones ciudadanas, acrecentando su descomposición tras el estallido social del 18 de octubre de 2019 que lo ha llevado en las últimas semanas a casi estar considerado para ingresar a la “UCI” luego de la renuncias de varios diputados de las colectividades que conforman el ahora denominado “Frente Chiquitito”.

El Frente Amplio o FA nació en 2017 como una coalición de partidos y organizaciones de izquierda que pretendían imponer una nueva forma de llevar a cabo la política, alejada de los “acuerdos” que en su momento estableció la “Concertación” junto a una derecha más dura luego de la llegada de la democracia, acuerdos que permitieron desarrollar una política “en la medida de lo posible” y alejada de lo que cuestionaban como “duopolio”.

Sin embargo, renuncias y alejamientos tanto orgánicos como individuales ha colocado en tela de juicio su existencia, que cada día que pasa se va cayendo a pedazos esos ideales que pretendían otra cosa, pero que fueron absorbidos por los viejos intereses de la elite que impera en el país y que no dan tregua a pesar que una ciudadanía anhela mayor participación en la toma de decisiones y que siguen sin escuchar la voz de la calle que se manifestó aquel 18 de octubre a través de una revuelta que aún perdura.

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