El pasado 26 de octubre se cumplieron 50 años del asesinato de quien, a esa fecha en 1970, era el comandante en jefe del Ejército. Vio interrumpida su vida familiar y militar producto de un cobarde y repudiable atentado con fines políticos, que buscaba suspender el proceso constitucional de elecciones presidenciales.

En ese período, el general Schneider expresó con claridad la posición que históricamente ha tenido la institución, de un invariable apego a la Constitución y las leyes ante los distintos escenarios que en esa época se presentaban. Su postura de cumplir fielmente las normas legales que regían al país fue la indicada, en un momento de apasionadas discusiones políticas.

Su posición, la del Ejército, conocida a partir de ese momento y hasta el día de hoy como la “doctrina Schneider”, implicó que fuera asesinado alevosamente. Este atentado hizo recrudecer la efervescencia política de ese tiempo, que terminaría trágicamente con la convivencia nacional el 11 de septiembre de 1973 y cuyas consecuencias todavía se hacen sentir.

Su figura permite aquilatar, especialmente en los tiempos que vivimos, que cuando el país adopta posiciones muy contrapuestas, en donde unos tratan de imponer a los otros sus términos por cualquier modo, finalmente es Chile quien sale herido.

Nuestra sociedad presenta diversidad cultural, étnica, religiosa y política, pero es el Estado de Derecho el que permite que todos convivamos en libertad, razón por la cual es un bien que debe ser protegido y cautelado. Esto requiere voluntad de entendimiento entre todos los chilenos, quienes anhelan vivir en paz y tener una mejor calidad de vida, prosperando en justicia cívica, social e igualdad de oportunidades.

No hay duda de que las nuevas generaciones pueden transformar positivamente al país, pero como todo en la vida, no se puede deconstruir el camino recorrido; aquellos que tenemos más edad sabemos positivamente que debemos hacernos cargo de nuestra historia, porque no es posible proyectar al país hacia las próximas décadas imponiendo a ultranza nuestras ideas y, por el contrario, debe prevalecer el diálogo, la amistad y generosidad cívica.

El general Schneider no debe ser utilizado para determinados fines políticos, le pertenece a Chile y su Ejército. Su conducta ante la agresión fue de irrestricto apego a sus principios y valores, no claudicando ante violentistas que trataban de imponer sus términos en la vida política nacional. El recordar su muerte nos permite revisar su legado, el que se proyecta hasta nuestros días.

Al cumplirse 50 años de su asesinato, quiero transmitir a mis compatriotas un mensaje de esperanza en donde se procure asimilar las lecciones de la historia, teniendo siempre presente que el Ejército de Chile, conforme al mandato constitucional, está y estará disponible para contribuir a la construcción de un mejor futuro para nuestro país.

No hagamos que lo ocurrido hace medio siglo sea una enseñanza no aprendida; es así que no podemos ni debemos olvidar que siempre hay que cautelar y cuidar el juicio histórico, por sobre el juicio temporal de los tiempos que vivimos, única manera de ser coherentes con nuestra patria, en especial aquellos que pertenecemos a una institución como lo es el Ejército de Chile, que nació con la República y se debe a ella por siempre.

Ricardo Martínez M, general de Ejército, Comandante en Jefe.

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