La crisis provocada por el coronavirus ha causado importantes cambios en los flujos de atención del sistema de salud, principalmente en el número de consultas de urgencia en Chile. Una de las disminuciones más alarmantes es la registrada por los ataques cerebrovasculares (ACV), enfermedad que representa un peligro inminente por su alta letalidad.
“Previo a la pandemia, hablábamos de que 1 de cada 4 personas sufrirá un ACV durante la vida, por eso la preocupación sobre lo que está ocurriendo con estos pacientes”, indica el Dr. Ronald Soto, neurólogo del Hospital San Juan de Dios.
De acuerdo a los datos del Departamento de Estadísticas e Información del Ministerio de Salud (DEIS-MINSAL), en la semana 30 del año pasado hubo 798 atenciones de urgencia por ACV encefálico, mientras en la misma fecha de 2020, ese dígito llegó apenas a 645, una disminución cercana al 20%. El facultativo apunta que las cifras empezaron a bajar entre las semanas 9 y 10 de este año, cuando se conoció el primer caso de Covid-19 diagnosticado en Chile.
“Al ser una emergencia neurológica, el tiempo es fundamental. Por cada minuto que pasa sin recuperar el flujo sanguíneo en las neuronas, se pierden cerca de 2 millones de ellas, incrementando la posibilidad de daño irreparable, lo que se traduce en secuelas funcionales severas (discapacidad) o, incluso, la muerte”, explica el Dr. Ronald Soto.
Con o sin cuarentena: actuar con velocidad
Los ACV son una de las principales causas de muerte y discapacidad en nuestro país, por eso “debemos estar atentos a sus señales para reconocerlos adecuadamente. Cuando se presenta, se debe trasladar a la persona al servicio de urgencia más cercano”, advierte el Dr. Soto.
Los principales síntomas de esta patología son lucir el rostro caído, boca torcida o parálisis facial; dificultad para levantar los brazos o pérdida de fuerza en uno de ellos; y problemas para hablar con claridad, balbuceo o incoherencia en el mensaje, señalan los especialistas.
Para cubrir de forma apropiada este tipo de consultas, las clínicas y hospitales han habilitado sectores separados con protocolos para la asistencia de emergencias no COVID-19. Además, “el personal está entrenado, y utilizará en todas las situaciones elementos de protección personal, los cuales disminuyen la posibilidad de transmisión cruzada. El mensaje que deseamos entregar es que el ACV no se queda en casa”, puntualiza el neurólogo del Hospital San Juan de Dios.