El prestigioso diario británico dedicado a la economía, The Economist realizó un análisis sobre el manejo que ha tenido el Gobierno de Sebastián Piñera en la crisis provocada por el COVID-19, indicando que la conducción ha sido “torpe” para proteger a los chilenos de las consecuencias económicas que ha tenido el CORONAVIRUS y apuntando a que ha sido uno de los peores en hacer frente a la delicada situación de la pandemia.
En una editorial, el periódico señala que “en proporción a su población, los 321.205 contagios confirmados y 7.186 muertes están entre las más altas del mundo. En vez de aislar al país completo, el Gobierno decidió sellar sólo los mayores focos de COVID-19”.
“Comenzó a hablar del retorno a una “nueva normalidad’ a mediados de abril, antes de que la enfermedad llegara a su punto más alto”, sostiene The Economist.
“Barrios densamente poblados, casas hacinadas y la necesidad de usar el transporte público favoreció que el COVID-19 se esparciera entre los pobres. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, admitió en mayo que desconocía el nivel de pobreza y hacinamiento que existía en algunas partes de Santiago, haciendo que el Gobierno pareciera no saber qué hacía. terminó renunciando”, menciona.
Además, precisa que “las pensiones que los chilenos ahorran para su vejez, resultaron ser más bajas de lo que muchos esperaban cuando el sistema fue implementado en 1980. Los chilenos ricos obtienen muchos mejores servicios de salud y educación que los pobres. En octubre comenzaron a surgir protestas masivas y en ocasiones violentas en contra de la desigualdad, que sólo se disolvieron tras la llegada de la pandemia”.
Incluso agrega que “el Gobierno ha sido torpe en proteger a los chilenos de las consecuencias económicas del COVID-19. Ha reaccionado con lentitud. Sus medidas, aunque dispuestas a gran escala, no han llegado a quienes las necesitan. Su falta de reacción podría provocar una reacción que lo lleve en la dirección opuesta”.
El artículo del diario británico habla también de las ollas comunes que fueron típicas “durante la recesión de comienzos de los 80, cuando Augusto Pinochet, un dictador, gobernaba el país”.
Además, indica que en la década del 90, la economía de Chile creció rápidamente por el papel que le entregaron a los sectores privados para que administraran las pensiones, la educación y la salud.
“En la era post Pinochet, Chile se ganó la reputación de tener un manejo económico sólido, niveles relativamente bajos de corrupción e instituciones estables”, recalca la editorial, pero insiste en que se continúa con una situación de desigualdad que concluyó con el estallido social del 18 de octubre de 2019.
The Economist también toca el áspero debate que se ha dado con el proyecto de retiro del 10%, el cual ha sido la solución al malestar de las familias de clase media ante las medidas adoptadas por el Gobierno de Piñera, cuya aprobación se ha visto debilitada tras el estallido social.
“Este nivel de radicalismo también tiene sus riesgos. La mayoría de los chilenos están de acuerdo en que el Estado debería actuar para reducir la desigualdad e ir en apoyo de los necesitados. Pero su rabia podría crear una base de apoyo para medidas populistas que acaben haciendo al país más pobre”, sostiene.