En julio podrían encadenarse virtuosamente el inicio del control de la pandemia, con el debate respecto a la reactivación económica. Ello puede ser el puente que nos lleve a definir el tipo de sociedad que necesitamos reconstruir, y así, engarzar con la discusión constitucional, plebiscito mediante. Ese es el escenario optimista. Se crearía de facto un cronograma de solución política e institucional.
Otro escenario es que fracasemos en construir un camino de salida a la crisis multidimensional que vivimos, y demos paso a una síntesis de contradicciones. Complotan a favor de esta perspectiva los afanes por desbordar las atribuciones que cada poder del Estado detenta. Un problema no mayor es la debilidad creciente del Ejecutivo, que se expresa en las criticas de sectores del propio oficialismo, amen del alto nivel de rechazo de parte de la población.
Asumiendo el realismo, a La Moneda empieza a quemarle el sol en la espalda. Los partidos de derecha cada día miraran mas a las próximas elecciones. ¿Un gobierno que ya fue? Error, le queda la gran tarea de segurizar la continuidad institucional de la Repíblica, por cierto, asumiendo que para ello ya no hay espacios para mesianismos ni agendas mediáticas. Todo ello implica que la protesta social que la pandemia ha nublado, permanece y puede potenciarse si en estos próximos 90 días no se corrigen los errores de los primeros 90.
Sensación térmica
Este será uno de los inviernos mas duros de nuestra historia. Una economía destruida por la pandemia y también por medidas erradas en su momento. Santiago tiene una cuarentena mas larga que Wuhan. Pero es el momento de entender que la solución nos beneficiará a todos. Más agenda nacional y menos cálculos políticos, por cierto, menos agendas personales.
La población oscila entre el miedo a la pandemia, la rabia por el desempleo y la pobreza, unido a la incertidumbre sanitaria. No hay espacio para medidas populistas (además de ineficientes) como el reparto de cajas junto a instructivos para sacarle punta comunicacional. La seguridad pública es cada vez más una amenaza creciente, y con incremento de pobreza será mayor. El actor político, sea orgánico o carismático, que proponga una reconstrucción de manera creíble, tiene el campo abierto. Por cierto no pasa por los matinales ni por la sobreexposición. Algunos piensan que hablar enojado es signo de liderazgo. No. Es tiempo de convocatoria, de sumar voluntades y rigor programático. Por cierto de liderazgos capacitados, con honestidad y trayectoria impecable aunque poco conocidas. Chile encallo el 18/O y un manejo prepotente de la pandemia en los primeros 90 días lo escoraron mas. Hay que enderezar el buque.