El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, vuelve a cuestionar la gravedad del CORONAVIRUS, ya que al veto hecho la semana pasada el uso obligatorio de mascarillas en comercios, iglesias y escuelas, ahora amplió este lunes dicha decisión a las cárceles, en donde hay unos 750.000 presos.
Un decreto publicado este lunes en el Diario Oficial eliminó de un proyecto de ley aprobado por el Parlamento un punto en el que se establecía «la obligatoriedad del uso de máscaras de protección individual en los establecimientos penitenciarios y de cumplimiento de medidas socioeducativas«.
Según el Gobierno, corresponderá a los estados y municipios adoptar las medidas preventivas relacionadas con las particularidades de cada sector.
El otro veto eliminó un párrafo que imponía a entidades y establecimientos colocar paneles informativos sobre el uso correcto de las máscaras y sobre el número máximo de personas admitidas en cada local, consigna Deutsche Welle.
Los datos sobre la incidencia del Covid-19 en el sistema de prisiones, uno de los más poblados y hacinados del mundo, con cerca de 750.000 reclusos, dicen que se han registrado unos 5.000 casos confirmados y 70 muertes, pero no son actualizados regularmente.
Minimizar la enfermedad
Varios estados imponen el uso de mascarillas desde hace varias semanas, para combatir la propagación de la COVID-19 que ya provocó casi 65.000 muertes en Brasil.
Desde el inicio de la pandemia, Bolsonaro ha minimizado la enfermedad causada por el virus y participado en varios eventos públicos sin usar mascarilla, además de criticar las medidas de aislamiento social implementadas durante más de tres meses en varios estados.
Una jueza brasileña anuló la semana pasada un fallo que imponía al mandatario de ultraderecha el uso de mascarilla en lugares públicos de Brasilia, por considerarlo innecesario dado que ya es obligatorio en el Distrito Federal.
El sábado, Bolsonaro publicó fotos en las redes sociales en las que se lo ve con el rostro descubierto junto a varios ministros y al embajador de Washington en Brasilia, durante un almuerzo de celebración del Día de la Independencia de Estados Unidos.
El mandatario de la extrema derecha de Brasil no infringió la ley dado que se hallaba en una propiedad privada, pero eso no le evitó las críticas de internautas por no dar un buen ejemplo.