Los ánimos en la Moneda están por el suelo de cara a la jornada que se está desarrollando en estos momentos en el Senado. Y es que después de la derrota en la Cámara de Diputados, y la estampida de senadores díscolos hacia la opción de aprobar le proyecto de retiro del 10% de los fondos desde las AFP, el Gobierno se quedó con prácticamente nulas opciones para intentar frenar la iniciativa en el Congreso.
Aunque para este miércoles se trasladaron a Valparaíso para la sesión los ministros Gonzalo Blumel, Claudio Alvarado e Ignacio Briones, en Palacio ya dieron por perdida la batalla en el Senado y ya se anticipa incluso el mismo resultado en el eventual tercer trámite en la Cámara Baja.
En este desolador escenario, el oficialismo vislumbra las opciones del Tribunal Constitucional y el veto presidencial.
De acuerdo a lo recabado en fuentes de Palacio, sería la alternativa del TC la que podría concentrar los esfuerzos del Gobierno, considerando que el veto presidencial trae aparejado un fuerte costo de imagen ante la opinión pública que podría llegar a ser inasumible.
Y es que ante un proyecto tan polarizador y que ha encontrado un amplísimo respaldo popular, que el propio Presidente Piñera aparezca como piedra de tope para su aprobación sería un catalizador de insospechadas consecuencias. De hecho, han sido varios los parlamentarios que han anticipado que esa posibilidad no tenga piso político, aun cuando algunos ministros han insistido en que el Ejecutivo «no está para sacrificios, sino que debe simplemente hacer cumplir la ley».
Sobre la opción del TC, todo gira en torno al quórum requerido, 2/3 ó 3/5. Y aunque la rebelión de parlamentarios oficialistas lleve a que en el Senado se estén alcanzando los 2/3, habría que ver la situación en la Cámara, donde la aprobación de la iniciativa estuvo lejos de dicha proporción.
En este contexto, con un Ejecutivo que ya «tiró la esponja» en el escenario parlamentario, se han sucedido las reuniones para salir de esta crisis y para dar forma a la nueva batalla por detener el proyecto del 10%.
Lo que el gabinete en general tiene asumido, es que la lucha por este proyecto, sea cual sea el resultado final, tendrá un alto costo para el Comité Político. Si sobrevive -algunos ministros, fuera de micrófonos, han recalcado que los ministros no renuncian en medio de una crisis- tendrán una excesivamente debilitada posición que les restará piso para el resto del período presidencial. Si caen todos o algunos de sus integrantes, la falta de nombres apropiados -elemento en el que se ha hecho bastante hincapié al interior del gabinete- o «sacrificables» para dar la cara por un Gobierno herido de muerte, les pasaría igualmente la cuenta.
Frente a los frecuentes rumores de cambio de gabinete, sin embargo, algunos secretarios de Estado ven la mano negra de los partidos tratando de posicionarse, buscando ganar la representatividad y posición de fuerza que creen merecer. Los dardos frecuentes van hacia la UDI, pero también Renovación Nacional, que ya maniobró para hacer ingresar a Cristián Monckeberg en el Comité Político en el último cambio ministerial.
Independientemente de lo anterior, el futuro de la actual administración pasa de oscuro a casi negro.