Ya nada escapa al «Graffiti» y a la protesta de la pintura en spray. Cientos y quizás miles son los monumentos en el mundo que han resultado rayados, mutilados y sacados de sus bases por lo que representan. En la última oleada la causa de esta «furia monumental» es el racismo y así llegó hasta la escultura de la Sirenita de Hans Christian Andersen, una de las principales atracciones turísticas de Copenhague, con la inscripción “pescado racista” («Racist Fish»).

El jueves, activistas por los derechos humanos acusaron a las autoridades danesas de desconocer el racismo por sostener que el asesinato de un hombre birracial por dos hombres blancos no obedeció a motivos raciales, reportó un cable de AP.

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