Resulta casi irónico que el Presidente Sebastián Piñera, en medio de una nueva polémica, esta vez por la violación de protocolos en el funeral de su tío Bernardino Piñera, señalara durante su declaración de esta tarde en La Moneda que «todos tenemos la obligación de respetar la Constitución y las leyes vigentes, incluso cuando esa Constitución y esas leyes no sean de nuestro agrado«.

Lo anterior, en medio de su decisión de salir al paso del cúmulo de proyectos presentados por los parlamentarios en el Congreso, que avanzan en su tramitación y ponen al Gobierno en aprietos por tratarse de iniciativas fundadas en responder a reclamos inmediatos por parte de la ciudadanía, pero que no tienen sustento en la legislación vigente.

En pocas palabras, un golpe de timón presidencialista buscando ordenar el rebaño de las leyes y contener la amenaza de un intento de parlamentarismo en ciernes.

Así lo afirmó el Mandatario, al señalar que «en los últimos tiempos han proliferado mociones de parlamentarios que se tramitan en el Congreso, que pudiendo estar bien inspiradas, son inconstitucionales porque no respetan las atribuciones que la Constitución otorga al Congreso Nacional, y que los parlamentarios juraron o prometieron cumplir».

A continuación, precisó aún más al indicar que «algunos reconocen explícitamente la inconstitucionalidad de sus proyectos. Sin embargo, perseveran en ellos en virtud de la bondad de sus objetivos, como si el fin justificase los medios«.

Lo anterior, quizás pensando en el caso de la senadora opositora Adriana Muñoz, quien en medio del debate por el postnatal de emergencia, afirmó el pasado 3 de junio en la sala que «para mí la humanidad es mucho más fuerte, mucho más imponente que estos debates de si son (los proyectos) admisibles o no«. Más aún, en su cuenta twitter recalcó con mayor énfasis que «prefiero hacer sacrilegio con la Constitución y ser destituida como senadora a no tramitar el proyecto de #PostnatalDeEmergencia. Es una urgencia para miles de madres y padres que no tienen con quien dejar a sus hijos/as. El @GobiernodeChile se niega a patrocinar iniciativa».

Probablemente con este contexto en mente, Piñera, indicó que «la Constitución y las leyes, y el respeto de las mismas, son elementos y condiciones esenciales para la existencia y buen funcionamiento de la democracia, la República y el Estado de Derecho», para luego añadir que, «igual como el Derecho Internacional protege a los países más débiles de los posibles abusos de los países más poderosos, la Constitución y las leyes dan estabilidad y certeza y protegen a todas las personas, y especialmente a los más vulnerables, de la discrecionalidad y los abusos, porque en un Estado de Derecho todos debemos cumplir la ley y nadie está por encima de la ley, la cual es igual para todos«.

Así, reiteró que «esta obligación que rige para todas las personas, es especialmente exigible a las autoridades. Los servidores públicos somos los primeros que debemos respetar las normas que nos rigen a todos».

Más adelante manifestó que «todos tenemos derecho a proponer cambios a la Constitución y las leyes, en aquellas materias que corresponda. Pero todos tenemos la obligación de respetar la Constitución y las leyes vigentes, incluso cuando esa Constitución y esas leyes no nos gusten«, coronando estas declaraciones con el siguiente ejemplo: «imaginen qué pasaría si el Presidente abandonara su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes y actuara al margen del Estado de Derecho».

Nadie quisiera imaginar ello en este contexto, aunque igual el Mandatario parece olvidarlo a veces…

Enésima comisión de discusión

El golpe maestro de Piñera vino casi al final de su intervención, con el anuncio de la convocatoria de un grupo de expertos para recordar a moros y cristianos cómo se genera la ley pero, en especial, restringir legalmente la iniciativa de los parlamentarios en el proceso.

«Por todas estas razones, además de utilizar todos los instrumentos que la propia Constitución me otorga para hacer cumplir la Constitución y las leyes, en los próximos días convocaré a un grupo de exparlamentarios, académicos y expertos para proponer perfeccionamientos a los criterios y procedimientos con que el Congreso determina la admisibilidad o inadmisibilidad de las mociones y proyectos de ley, de forma de evitar que progresen mociones que no respetan la Constitución«.

En suma, un golpe de timón presidencialista en tiempos en que el Congreso se ha esforzado por tomar la iniciativa buscando hacer renacer un parlamentarismo en tiempos de emergencia.

Terminada su alocución, el Presidente de la República dio media vuelta y volvió a sus oficinas desde la puerta de entrepatio de La Moneda, sin aceptar preguntas. Fue un riesgo calculado hablar de cumplimiento de las normas cuando él viene de arrastrar un incumplimiento notorio que constituyó un horrible ejemplo en tiempos de contención y cuarentena.

Pero, quizás, era la idea: con este leve toque, buscaba desviar el foco de la discusión. Ahora hay que esperar para ver si lo logró.