La activista y abogada venezolana Guarequena Gutiérrez, elevada a los «altares» por Roberto Ampuerto el ex canciller -ahora embajador en Madrid- renunció a su extraña y no oficial rango de embajadora de la Asamblea Nacional, poder paralelo y no oficial y opositor al cuestionado régimen de Nicolás Maduro. La dimisión la oficializó el 31 de mayo.
Guarequena recibió el estatus de «representante diplomática» del líder de la oposición Juan Guaidó, aventura que se compró incluso el Presidente Piñera, que el 29 de junio de 2009 a través de un comunicado oficial le prodigaba el siguiente nombramiento: “El Gobierno de Chile reconoce a la señora Guarequena Gutiérrez como Representante en Chile de la Asamblea Nacional de Venezuela y le da la bienvenida”, decía el texto oficial.
La activista explicó entrevista a El Mercurio que «durante este periodo no he tenido un salario, ni lo que eso conlleva: cotizaciones, inclusión en el servicio de salud en Chile y poder optar a una visa de permanencia definitiva transcurrido el tiempo necesario«.
Pero más allá de las explicaciones formales, lo concreto es que esta renuncia refleja el rotundo fracaso de la oposición venezolana y el fracaso de las políticas diplomáticas que con fuerza la Cancillería chilena intentó levantar para apoyar el gobierno paralelo al de Maduro, y también refleja que lo de Guadió fue otra errada apuesta del Presidente Piñera, que entró derechamente en un intervencionismo en cuestiones internas de un país sin precedentes en la historia de las relaciones exteriores chilenas. Venezuela con su cuestionable régimen y los graves problemas que arrastra por años, ha logrado sortear la presión internacional.
La ahora ex embajadora de un gobierno imaginario debe volver a la realidad: es una inmigrante mas que esta ad portas que se venza su visa.
