A cuatro meses de la llegada del Coronavirus a Chile, este miércoles las cifras develan el fracaso comunicacional el gobierno para sensibilizar y hacer entender a la gente la gravedad de este virus: 232 muertos que hacen un total de 3.615 y 220.628 contagiados y se ha planteado como única medida la “hibernación”, que puso sobre la mesa Espacio Público y encontró apoyo transversal, medida que fue rechazada por La Moneda.
Sin duda que el Gobierno está en una encrucijada que es recuperar la autoridad que ella misma minimizó cuando, desde el inicio de la crisis sanitaria por el Covid-19, instaló un discurso eufemístico, poco claro y apelando al “por favor”, “les suplicamos” como si le hablara a niños malcriados que no hacen caso, pero sin imponer autoridad, no se trata de imponer a punta de palos las medidas, pero el Gobierno debe reconocer el mal manejo comunicacional que ha tenido dese el inicio del Gobierno que preferenció el discurso blandengue y lleno de adjetivos y anuncios, que solo ensuciaron lo relevante de los mensajes, a lo que se suma las equívocas señales de “nueva normalidad” y “regreso seguro” y, por cierto, la soberbia en que cayó en un minuto tanto el Presidente de la República como el ministro de Salud anterior.
Otro factor que ha ayudado a esta suerte de “desobediencia” generalizada es la presidencialización de la crisis, todo emana de La Moneda y todas las encuestas revelan la constante pérdida de confianza de la ciudadanía en el gobierno de turno, además de la crisis de autoridad que arrastra desde el 18 de octubre y una sociedad que le perdió el respeto a toda autoridad, que complejiza aún más los intentos que busca imponer el Gobierno para proteger a la población ante el avance imparable del virus.
Pero otro de los grandes problemas derivados de la errónea estrategia gubernamental sigue siendo “Vamos a hacer…vamos a implementar…vamos a endurecer….vamos…vamos….”, es decir anuncios y más anuncios, adornados con palabras autocomplacientes para hablar de lo “maravilloso que es el sistema de salud chileno”.
Todo lo anterior redundó en que este miércoles y tras el agravamiento de la crisis por aumento de contagiados y muertos en el país y en el Gran Santiago, una desencajada subsecretaria de Prevención del delito, Katherine Martorell, en todo colapsado y casi gritando -develando la desesperación del gobierno- las nuevas restrictivas medidas para que la escéptica y porfiada ciudadanía haga caso de la cuarentena y toque de queda.
Martorell argumenta que se debe bajar a más del 50% la circulación en las calles por lo tanto «Solo se podrá obtener dos (permisos) por persona en horario diurno, es decir, no en horario de toque de queda, en la semana. Se reducen de cinco a dos», y esta medida comenzará a regir a partir del próximo lunes.
Además, explicó que «Como lo ha señalado el ministro (de Salud), no es posible hablar de una hibernación, de cerrar la ciudad, porque eso afecta la calidad de vida de las personas que están en cuarentena, no permite el abastecimiento, no permite el acceso a los servicios que son básicos. Pero, sin embargo, en la Región Metropolitana vamos a restringir al máximo los permisos, porque sino disminuimos el desplazamiento no vamos a lograr el objetivo que es salir adelante de esta catástrofe».
En la misma línea el ministro de Defensa, Alberto Espina, por medidas más estrictas en la fiscalización: «Quien infrinja va a pagar con cárcel. Porque no hay otra alternativa, va a pagar con cárcel».