A las 23 horas con 59 minutos del 14 de junio de 1982 se bajó el telón a la breve pero sangrienta guerra que enfrentó al Reino Unido con Argentina, por la posesión del archipiélago de las Falklands y las South Georgia, en el, Atlántico Sur. Fue el momento en el que el comandante de las fuerzas argentinas de aire, mar y tierra, en la zona, general de brigada Mario Benjamín Menéndez, rubricó el documento oficial de rendición que ratificaba formalmente lo que en los hechos ya se sabía hacía varias semanas atrás: la derrota final de la aventura militar trasandina emprendida el 2 de abril.

En Buenos Aires y todas las ciudades de nuestro vecino, la población tuvo un amargo despertar el 15 de junio, luego de dos meses de una incesante y descarada propaganda comunicacional de la junta militar que los gobernaba, graficado en la ya histórica portada «Estamos ganando» de la Revista Gente, término que hizo historia, y que seguiría en el imaginario de la propaganda argentina hasta entrado el mes de junio, cuando la guerra se jugaba sus descuentos.

Dos portada históricas de la Revista Gente, el 6 de mayo (izquierda), y el 17 de junio, mostrando los dramáticos cambios de la información entregada a los argentinos por sus medios de comunicación.

Ese mismo día después de la firma de la rendición, el diario La Nación titulaba “Se ha producido un alto el fuego y deben acordarse sus condiciones”. El tradicional diario bonaerense informaba que Menéndez y el comandante de las fuerzas terrestres británicas, mayor general Jeremy Moore, se habían reunido, por invitación del primero, para «hallar una fórmula que detenga las acciones», y que «no comprometiese el honor de las Fuerzas Armadas», según explicaba otra fuente castrense.

En el transcurso del día se conocería que el gobernador militar argentino, justo a un minuto del término del día 14, había firmado el acta de rendición, de la que tachó la palabra «incondicional»: «Yo, el abajo firmante, comandante de las fuerzas argentinas de aire, mar y tierra, en las Islas Malvinas, M.B. M. (Mario Benjamín Menéndez), me rindo ante el general de brigada, J. J. Moore, C. B. O. B. E., M. C., como representante del gobierno de Su Majestad británica».

El acta de rendición de las fuerzas militares argentinas en Port Stanley, llamado por los trasandinos como Puerto Argentino.

El mismo martes 15, a las 22 horas, según recuerda el medio digital Infobae, el presidente Galtieri se dirigió al país: “El combate de Puerto Argentino ha finalizado…los que cayeron están vivos para siempre, pelearon contra la incomprensión, el menosprecio y la soberbia. Enfrentaron con más coraje que armamento la abrumadora superioridad de una potencia apoyada por la tecnología militar de los Estados Unidos de Norteamérica, sorprendentemente enemigos de la Argentina y su pueblo […] No habrá paz definitiva si se vuelve al status colonial”.

En Port Stanley, en tanto, más de 11 mil militares argentinos habían caído prisioneros. Junto a ellos, los británicos capturarían un ingente botín de armas de diverso tipo, incluyendo aviones y helicópteros de combate, un buque patrullero y algunos buques civiles capturados por los argentinos el día de la ocupación y que habían sido reconvertidos en unidades de apoyo.

Telegrama del general de brigada británico Moore, dando cuenta de la rendición de las fuerzas argentinas y la recuperación definitiva de las Falklands.

En Londres, la «Dama de Hierro» Margareth Thatcher celebraba la victoria. En Buenos Aires, la junta militar encabezada por Galtieri iniciaba su lento descenso a los infiernos y que terminaría con la reinstalación de la democracia.

La agonía en detalle

Poco después de las 9 de la mañana del dramático 14 de junio, el contralmirante Edgardo Otero envió al comandante en jefe de la Armada la siguiente comunicación: ‘Voy a destruir archivos y equipos criptográficos’.

Paralelamente, se recibía en el Estado Mayor Conjunto trasandino otro cable urgente procedente de las islas: ‘Principales posiciones del oeste en Tumble Down-Williams (BIM 5) y Wíreles Ridge (RI 7) en poder enemigo. Se combate cuerpo a cuerpo. Numerosas bajas de artillería y armas de apoyo propias destruidas. Dispositivo en reestructuración empleando el RI 3 y parte del RI 25. Posición precaria. Aprecio no podrá sostenerse más allá del día de hoy’.”

El general Galtieri, el almirante Jorge Anaya y el brigadier Juan García, jefe del Estado Mayor de la FAA (en reemplazo de Basilio Lami Dozo que estaba en el Sur), se mantuvieron juntos gran parte de la jornada. A las 10,55, el general Héctor Iglesias, Secretario General de la Presidencia y el general Mario Benjamín Menéndez se comunicaron telefónicamente. La síntesis que luego Iglesias relató a la Junta Militar fue:

Alrededor de las 11 horas, un desesperado Menéndez informaba desde la rodeada posición argentina en el entonces Puerto Argentino: “Esto se acabó. Ya no nos quedan medios. Se combatió duramente hasta las últimas horas. El grupo de artillería ha sido pulverizado. El general Jofré ha logrado recomponer una posición precaria. No sé si podrá aguantar en ella y defenderla más allá de esta noche. Las alternativas que quedan son las siguientes: 1) Aceptar la resolución 502 y retirarnos con nuestras banderas; 2) Aceptar la matanza; 3) Aceptar la posibilidad de una desbandada con tropa agotada y con munición que se acaba. Estoy con el general Jofré. Me informa que han afectado nuestro hospital. No tienen consideración por nada. Todo lo que digo es duro pero debo ser franco. Entiendo que debe ser tomada la resolución en breve lapso para salir con honor. Si necesitan tiempo deben considerar que no tenemos mucho por aquí. Me avisan que los ingleses están a 4 ó 5 cuadras de este lugar.”

Poco después, Menéndez hablaría directamente con Galtieri, dándole cuenta del fracaso de los contraataques argentinos para mejorar la posición defensiva en torno a la capital de las islas, posición que comenzaba a ser perforada por diversos lugares. En una parte del largo diálogo, Menéndez describe la situación final con toda su crudeza:

«Mi general, realmente debo decirle que entonces no he logrado darle una sensación de lo que hemos vivido durante toda la noche y en la mañana, y desde hace tres días, mi general. Realmente mi general, en estos momentos de lo que queda aquí de artillería, las posibilidades de apoyo aéreo y el rendimiento físico de la gente mi general,el BIM 5 ha contraatacado varias veces durante la noche, tres y cuatro veces y ha sido rechazado. Con el Regimiento 3 de Infantería se desplazó una compañía del 25, esa compañía ha desaparecido. Los elementos del 6 de Infantería que se sacaron para ir adelante también desapareció.Por otra parte, mi general, la tropa no da más, está peleando a brazo partido en las trincheras, yo lo he visto. Mire mi general, lo que Usted me dice esta tropa no lo puede cumplir. Mí general, a esta tropa ya no se la puede exigir más después de lo que han peleado, ya le había dicho a usted la noche pasada, que el día de hoy iba a ser crucial, estamos en la mayoría del día de hoy y se va a cumplir lo que yo expresé. No hemos podido mantener las alturas, no tenemos espacio, no tenemos medios, no contamos con los apoyos que corresponden, y creo mi general que tenemos que acceder a la gran responsabilidad para con los soldados que van a morir combatiendo un combate sin posibilidades, por el término de pocas horas más y que va a costar muchas vidas».

Extracto de la comunicación entre Leopoldo Galtieri y Mario Benjamín Menéndez. El final era inminente.

Galtieri, le dice a continuación que lo volverá a comunicar, después de reflexionar las palabras del comandante militar en Falklands. Menéndez, se despediría con un lúgubre comentario: “Mi general, le agradezco la última palabra pero realmente en las últimas horas de luz de hoy, lo que no sé ya, qué es lo que va a ser de la Guarnición Malvinas”.

El mandatario argentino no hablaría nuevamente con Menéndez, pero al enterarse de las condiciones exigidas por los británicos para la capitulación argentina tras conversar con el jefe del Teatro de Operaciones Malvinas (TOM), le envía a través de este al jefe militar en la capital de las Falklands, las siguientes instrucciones tajantes:

«1) que no debía firmarse ningún documento; 2) que no se hablara de rendición ni capitulación sino en términos de evacuación y retiro de tropas, incluyendo las de Howard y Bahía Fox; 3) que debía tratar que cada hombre regrese con su uniforme y armamento individual; y 4) que el eventual compromiso debía ser en términos de compromiso de honor«.

Hasta última hora, Leopoldo Fortunato Galtieri creyó (en su propia nube) que podría salir con ventaja del entuerto en el que había metido a su nación a costa de centenares de vidas de marinos, pilotos y soldados argentinos. Incluso tuvo el nulo tino de señalar, en conversación con el jefe del TOM tras conocer la capitulación, que «estoy decepcionado como presidente de la Nación y Comandante en Jefe del Ejército, del acuerdo firmado por el general Menéndez como Comandante de las Fuerzas Conjuntas en las Islas Malvinas. No es lo que habíamos conversado desde hoy al mediodía con usted, con el general Menéndez, en los términos que debería acordarse un cese del fuego y evacuación o retiro de las fuerzas argentinas de las Islas Malvinas».

El resto es historia conocida. Argentina sigue su política de Estado para volver a las Falklands, pero es la bandera de la Union Jack la que ondea orgullosa en Port Stanley, y esa realidad no tienen visos de cambiar al menos en un largo tiempo.

Medalla conmemorativa a los 25 años de la victoria británica.

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