Venimos alertando -en este mismo Medio- desde hace algún tiempo, acerca de la frágil situación política europea y el resquebrajamiento por unas causas u otras de sus muros económicos.
No es necesario remontarse con anterioridad a 2008, para darnos cuenta la importancia que tuvo a partir de dicha fecha la gran debacle insolvente de miles de deudores hipotecarios, ocasionando por la caída de Lehman Brothers y un simultáneo contagio (palabra hoy maldita) al mundo dadas sus implicaciones financieras.
Dos profundas recesiones en 2009 y 2020, han contribuido a crear hasta ahora, unas especies de castillos en el aire destinados por nosotros los europeístas a seguir creyendo como solución, un proceso de integración europea, cada vez más alejado de la realidad.
Corría el bienio 2003-2004, cuando tuve la oportunidad de colaborar muy modestamente con grandes institucionalistas de la Universidad española en una propuesta de Tratado de una Constitución para Europa de 486 páginas, la cual pretendía, según su Preámbulo firmado por 26 Jefes de Estado en Roma en octubre de 2004, y que nunca entraría en vigor: “INSPIRARSE EN LA HERENCIA CULTURAL, RELIGIOSA Y HUMANISTICA DE EUROPA”….. “SIN OLVIDAR A LOS MÁS DEBILES Y DESFAVORECIDOS”…….¡QUÉ IRONÍAS!
Hoy día, se encuentra Europa en una situación de “derribo presupuestario” intentando reconstruir a toda velocidad un horizonte con la menor calidad lúgubre posible, lo cual acareará otros tipos de problemas aún desconocidos, por lo que no se trataría de una mala opción estudiar y acordar una prórroga de los actuales mientras se vislumbran otras soluciones.
Igualmente, por la Presidencia Europea, más simbólica que real hasta la fecha, y con los “paños calientes” habituales, sobre un urgente y supuesto Fondo de Recuperación, con el qué afrontar los quebrantos actuales, se abre otro nuevo frente, que exigirá nuevos sacrificios y desafíos, sólo aptos para unos pocos.
Las partes más directamente involucradas, intervienen tratando de convencer, pero, sin embargo, sin dejarse convencer”, como en cualquier negociación.
Por un lado, los ansiados máximos a los que aspiran España e Italia, junto a Francia y Portugal, de Transferencias y no Préstamos, chocan con un marco poco flexible por parte de los ricos del norte, en dirección a la defensa a ultranza del “mínimo de mínimos”, y con las partes ensalzadas hacia los supuestos que más les beneficien.
Tampoco acompañan las prácticamente inexistentes relaciones presidenciales Países Bajos – España, además de la crítica inmerecida reconocida por el presidente español en rueda de prensa reciente, respecto a las desafortunadas manifestaciones realizadas semanas atrás por parte del Ministro de Finanzas Holandés, y sobre las cuales mostró su repudio esta WEB en escritos dirigidos a Medios holandeses.
Finalizando, dada la escasa o nula reputación crediticia de España, en situación compartida junto a otros países del Sur de Europa, con una prima de riesgo (confianza en el país) de 140 puntos a la hora de redactar este Artículo cuando al 27.3.2020 nos encontrábamos en 98, ello, puede dar una idea aproximada de la situación.
Preparémonos, pues, llegado el momento, aproximadamente hacia el próximo 6 de mayo, para aceptar lo menos malo en el sentido proverbial mencionado, ante cualquier eventual y voluntarioso gesto de ayuda económica europea y también, por qué no mencionarlo, una vez se vayan calmando los acontecimientos actuales, pensar en la higiene política tan necesaria en determinadas ocasiones para los países y se depuren responsabilidades de gestión, si fuera el caso, como también un segundo ¿por qué no?, respecto a que este País tenga derecho a manifestarse electoralmente de nuevo y lo más alejado posible de tantos sofistas que proliferan alrededor de su total agotamiento.