Incómodas, por decirlo menos, se mostraron esta mañana las autoridades del Ministerio de Salud al ser consultadas por la sorpresiva filtración, a través de un medio de comunicación, de información critica de la base de datos georreferenciados, y que ha sido de uso exclusivo para la propia repartición pública, reserva que ha causado una amplia polémica entre la comunidad científica, municipios y gremios de la salud.
Después que la subsecretaria de Salud, Paula Daza literalmente arrancara del podio ante la consulta, el ministro Jaime Mañalich pasó a responder la consulta de la prensa con notoria intranquilidad y gesticulaciones evidentes e impropias de la calma que suele demostrar con su cuerpo a la hora de responder preguntas de los medios, mientras que, de paso, reconocía la veracidad de la información publicada. Pero a medida que contestaba, volvió a recuperar paulatinamente su serenidad, al menos externamente.
Y es que el hecho de que una filtración de este nivel haya ocurrido desde el interior de «sus dominios» cayó pésimamente en el ministro y su entorno, más aún cuando, incólume ante las críticas y peticiones, el titular de Salud había decidido no entregar toda esta filtración y sólo hacerlo a cuentagotas en escenarios controlados, como lo reconoció de cierta manera mientras respondía ante esta fuga de información, al señalar que «nosotros usamos estas georreferenciaciones precisamente para hacer un trabajo más fino como hemos empezado esta semana con los alcaldes, en que les mostramos precisamente donde están concentrados estos casos para ver de que manera podemos trabajar juntos en un lugar donde hay una concentración de inmigrantes con alguna infección, o como cuando no se puede cumplir las medidas de aislamiento producto de que la gente vive en lugares muy concentrados y mas bien hay que referirlos a hostales sanitarios».
Ya con ánimo calmo, Mañalich anunciaba, diplomáticamente, las penas del infierno para él o los autores de la filtración, explicando que «tenemos que hacer la averiguación a través de la denuncia que corresponde a la policía especializada en estos temas para eventualmente identificar responsabilidades e iniciar las acciones administrativas y legales que correspondan«, ello luego de reconocer que ignoraban de momento el «mecanismo por el cual se produjo esta filtración«.
La gravedad de la filtración para el ministro tiene implicancias de la mayor gravedad, ya que «cada vez que se produce la posibilidad de identificar una persona concreta con la enfermedad, esa persona corre un riesgo (…) Cuando en un mapa georreferenciado aparece en la calle tal, tal punto, que es muy fácil identificar cuál es, para las personas que ahí están se produce un riesgo de discriminación, de violencia, etcétera, como lo han tenido incluso nuestros trabajadores de salud que no los dejan subirse a la locomoción colectiva o los vulneran en la privacidad de sus hogares».
Cabe recordar que este lunes, el medio digital Interferencia publicó información relativa a esta base de datos georreferenciada, señalando que «esta es una muestra del nivel de información que el Ministerio de Salud (Minsal) maneja actualmente, pero que no ha compartido con la comunidad de expertos, ni con los alcaldes ni con organizaciones como los bomberos», indicando además que «obtuvo, mediante distintas fuentes, un acceso limitado a esta información, a partir de la cual construyó los mapas que se muestran en este artículo, con datos actualizados hasta el sábado 8 de mayo. Según fuentes del Minsal, ni siquiera los Seremi de Salud pueden acceder abiertamente a esta información».