La demanda por estos insumos protectores se ha disparado y frente a la escasez de estos elementos en el mercado en redes sociales circulan tutoriales para su fabricación en casa. Pero, ¿son realmente efectivas frente al SARS CoV-2?
Alejandro Dinamarca, microbiólogo e investigador del Centro de Micro-Bioinnovación de la Universidad de Valparaíso, advierte que todo depende del material del que estén hechas, su diseño y del origen de fabricación.
“Lo primero que se debe explicar es que existen dos tipos de mascarillas: aquellas destinadas a que se retengan las bacterias virus y hongos que exhalamos, es decir, que protejan a las personas que están a nuestro alrededor (por ejemplo, las mascarillas quirúrgicas); y luego están las mascarillas que filtran el aire que ingresamos a nuestro sistema respiratorio (por ejemplo, las N95), es decir, nos protegen filtrando el aire que estamos respirando”, aclara.
El académico, quien además es magíster en Ciencias Microbiológicas y doctor en Biología Molecular, explica que “el coronavirus se disemina de una persona por contacto directo y por la expulsión de gotas al estornudar o toser. Estas gotitas contienen partículas virales que al entrar en contacto con boca, nariz u ojos inician un nuevo ciclo de infección en una nueva persona. Estas gotas y las partículas virales ingresan principalmente por las manos que tocan superficies contaminadas con el virus”.
Tal como lo señala el microbiólogo, las mascarillas pueden bloquear la entrada de estas gotas y también evitar que nos toquemos el rostro, pero ”no todas las mascarillas cumplen con la función protectora, ya que el material y el diseño son clave para una protección contra el virus y también un uso seguro”, sostiene.
¿La causa? El doctor Dinamarca afirma que por un lado se debe a la naturaleza química y física de los materiales con que se fabrican las mascarillas: “Muchas superficies ofrecen porosidades que atrapan material de diferente tamaño, lo cual permite que muchos virus queden absorbidos o atrapados. En estos casos, a mayor porosidad existe también dificultad para el aseo y la higiene se ve afectada. Es decir, una mascarilla fabricada artesanalmente con materiales no adecuados puede finalmente concentrar microorganismos en su superficie”, asegura.
Siguiendo las palabras del investigador, para que la mascarilla nos proteja efectivamente contra el virus, el material debe tener un tamaño de poro tal que no permita el paso de una partícula del virus, que generalmente mide menos de una micra. Es decir, estamos hablando de un tamaño equivalente a una millonésima de un metro.
Un estudio de la Universidad de Cambridge en Inglaterra sobre la efectividad de materiales caseros contra partículas de 0.02 micra reveló que una de las más seguras y que lidera la lista es la de celulosa o polipropileno, que se utilizan en la confección de la mascarilla quirúrgica, con una protección del 89%. Le siguen: la bolsa de la aspiradora con un 86%, el paño de cocina con un 73%, la mezcla de algodón y poliéster (tela de una camiseta) con un 70% y la de tela de bufanda tendría solo un 49% de efectividad.
Por otro lado, el investigador advierte que “las mascarillas deben ser compradas siempre en el comercio establecido, que incluya su marca y un registro o instrucción que determine o explicite su uso. Una persona enferma debe usar mascarillas que eviten que cuando tosa o estornude contamine a otros. Esto debe ser una norma de conciencia con respecto a los demás. Con esto se frena el contagio, pero si buscamos protegernos en un ambiente de riesgo, debemos usar mascarillas del tipo N95 u homóloga FFP2 y la FFP3”.
Dinamarca agrega que en estos momentos una persona sana debe usar mascarillas si atiende público o usa transporte público o debe ir a un lugar donde pueda haber más gente y no se respete la distancia socia. Las mascarillas desechables compradas del tipo quirúrgica o similar le servirán para disminuir el riesgo, pero no lo eliminará del todo. También llama la atención sobre el tiempo de uso: “No debe exceder las dos horas, ya que se concentran tus propios microorganismos. Las fabricadas en casa deben considerar materiales adecuados, como la tela no tejida y un diseño que permita el flujo de aire filtrado. Tampoco hay que usar material plástico para mascarillas, porque los aerosoles de la propia exhalación y que contienen microorganismos quedarán adheridos en la superficie. La fabricación de mascarillas artesanales debe ser en un lugar limpio y por personas sanas. Ojalá las mascarillas permitan su lavado frecuente sin afectar su capacidad de filtrar y quien fabrique la mascarilla debe hacerlo con guantes, mascarilla y usar etanol al 70% para limpiar tijeras y superficie de trabajo”.
Sin embargo, continúa el microbiólogo, “es importante considerar que si la autoridad exige el uso, también debiese hacerse responsable de entregar mascarillas a la población, no es posible entregar esta responsabilidad a los ciudadanos. Una idea es organizar a personas en unidades de fabricación y que el Estado fomente la producción de mascarillas de acuerdo a procedimientos estandarizados y con insumos o materias primas suministradas para tal efecto. Estamos hablando del mayor emprendimiento social conocido en nuestra historia reciente. El Estado de Chile produciría una solución con su gente, con la mujer, con el hombre, con los migrantes, con el cesante y lograría responder a un problema sanitario”.