La jornada del mercado del petróleo registró este lunes un hecho histórico, al cerrar el precio del barril WTI en -US$ 37,63 en el mercado de futuros, es decir, un desplome de 305,97% frente al pasado viernes.
El petróleo está tan barato que los productores están pagando a los almacenistas para que les quiten los barriles de las manos.
Se trata del valor más bajo del crudo desde 1983.
El colapso histórico muestra que el mercado está apostando a que los recortes de producción de la OPEP y Rusia, anunciados a principios de este mes, no son suficientes para compensar el desplome sin precedentes de la demanda causada por la pandemia.
Parte de la caída en picado de este lunes se debe al hecho de que el contrato de futuros de mayo expira este martes, lo que ha amplificado los temores por la falta de espacio de almacenamiento.
El mercado del petróleo está cumpliendo las funestas profecías de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que la semana pasada advirtió de que este sería el peor año de la historia para el sector petrolero. El estallido de la crisis de salud pública por la pandemia de Covid-19 ha recluido a medio planeta en sus hogares. Así es que no hay demanda suficiente: el consumo se desploma y los tanques de reserva se han quedado sin espacio para almacenar más crudo que nadie está consumiendo.
Los productores no tienen a quién colocar la materia prima y los precios del petróleo se hunden. Sin coches en las carreteras ni aviones en los cielos, las economías afectadas por la pandemia ya no necesitan consumir tanto crudo. Por eso, este lunes el mercado petrolífero sufrió un batacazo sin precedentes. La tensión en los mercados, el mayor terremoto desde que se desató la crisis del coronavirus, llevó al crudo a territorio negativo por primera vez en su historia.
Y se suma el mencionado problema de almacenamiento: las empresas deberán apilar barriles en lugares más caros como los barcos.
El barril de petróleo Brent del mar del Norte, de referencia en Europa, también sufrió tras dejarse un 8% hasta intercambiarse por 25,8 dólares. El batacazo en Estados Unidos es más salvaje porque allí la potente industria del fracking ha contribuido a convertir al país en el primer productor de crudo del mundo. Por eso, ahora su mercado se ha desbordado.
En ese contexto, cualquier recorte de la producción se antoja insuficiente. La reducción, a partir de mayo, de casi 10 millones de barriles diarios pactada hace unos días por los principales países productores no consigue frenar la sangría de precios, y empieza a amenazar la viabilidad de la industria extractiva en muchos países.
“Si el consumo de energía ha bajado un 30% y la OPEP reduce el suministro en un 10%, todavía hay una gran brecha”, resume a Reuters Elwin de Groot, jefe de estrategia macro de Rabobank. Pero recortar aún más la producción parece difícil, a la vista de las desavenencias entre Rusia y Arabia Saudí, que ya estuvieron a punto de conducir al fracaso a la última cumbre.
Golpe financiero
Un desplome tan extraordinario, si se mantiene, dañaría los presupuestos de países como Venezuela o Irán, pondría en peligro el corazón de la revolución del petróleo de esquisto de Estados Unidos y alteraría la política en todo el mundo, advirtió recientemente Bloomberg. Para los bancos centrales, la posibilidad de una desestabilización de los precios es una complicación adicional mientras tratan de anticipar el impacto de la epidemia de coronavirus en la economía. Y un largo período de precios baratos del petróleo podría incluso dañar la lucha contra el cambio climático, ralentizando la transición a las energías renovables.
“Algo así podría tener más repercusiones mundiales que una guerra comercial entre China y Estados Unidos porque el petróleo afecta muchas cosas en la economía mundial”, dijo Rohitesh Dhawan, director de energía, clima y recursos de Eurasia Group en Londres.
Hay ganadores de unos precios más bajos del petróleo, entre ellos China, el mayor importador de petróleo del mundo, cuya recuperación del virus será clave para la economía mundial.
Pero esta vez es diferente. Estados Unidos, que en el pasado se beneficiaba de los bajos precios del petróleo, es ahora un exportador en lugar de un comprador. Y el impacto en la demanda económica por el virus atenúa cualquier estímulo que pueda proporcionar un petróleo barato. Las conmociones por el petróleo solían ser temidas por su impacto en la inflación. Ahora, en un mundo donde los bancos centrales buscan desesperadamente el crecimiento de los precios, la dinámica opuesta está en juego.
“Unos precios más bajos del petróleo no harán que la gente vuelva a utilizar trenes, aviones y automóviles”, dijo Stephen Innes, estratega jefe de mercado de Asia con Axicorp Ltd. “Pero ahora tenemos un desastre financiero que se está gestando en forma de crisis en la industria del esquisto”.
Chile a la expectativa
En Chile, en tanto, el gerente general de Enap, Andrés Roccatagliata, había advertido algunos días atrás sobre la situación de la industria petrolera, en la que se vive una “tormenta perfecta», justamente por la sobreoferta de petróleo, la abrupta baja en la demanda a nivel global y el hecho de que los productores no se hayan puesto de acuerdo en una reducción del volumen necesario, generando que los niveles de stock en todo el mundo estén muy altos y la capacidad de almacenamiento copada.
Prueba de este escenario se refleja en que en estos momentos se están utilizando incluso los buques petroleros como almacenes. «La utilización de estos buques para almacenamiento ha generado un importante encarecimiento del flete, lo que le resta atractivo a traer más petróleo en este contexto”, sostuvo la petrolera nacional.
Asimismo, desde la energética estatal explicaron que Chile no está ajeno a esta realidad, ya que en estos momentos el almacenamiento es superior al promedio normal.
“En Enap quisimos prevenir y, cuando el Covid-19 se convirtió en una amenaza global, adquirimos un stock de productos refinados adicionales para no depender de terceros y que nos permite estar confiados respecto a nuestra capacidad para mantener un suministro y un abastecimiento continuo en el país”, señaló la empresa.
El efecto positivo para el mercado chileno han sido rebajas consecutivas en el precio de las gasolinas las últimas 12 semanas, ante lo cual Enap aseguró que “si se mantienen las mismas condiciones, podríamos seguir observando nuevas semanas con disminución en el precio, pero hay que estar muy atento al mercado y la reacción de los países productores, todavía hay alta incertidumbre y los marcadores se han mostrado volátiles en reacción a esa condición”.