Queridas vecinas y vecinos: Hoy me dirijo a ustedes como Alcalde, pero también como padre, como hijo, como hermano.
Anoche me enviaron desde el Ministerio de Salud las cifras de personas infectadas por COVID-19 por comuna, y la realidad de Santiago es devastadora: somos la segunda comuna con más contagiados del país, y probablemente, dada nuestras condiciones, pronto seremos la primera.
Por eso, en mi desvelo, decidí que necesitaba dirigirme a ustedes de forma franca y directa.
Hoy más que nunca, tenemos que tomarnos este tema en serio. Es cosa de mirar a otros países que se lo tomaron a la ligera en un comienzo y que hoy deben lamentar cientos de fallecidos diarios.
Hoy, la cifra de fallecidos en el país puede parecerle un simple número. Una cifra triste, pero aún lejana a su realidad. Les quiero decir que esta falsa sensación de seguridad nos puede llevar a perder a los que más queremos: a nuestros familiares, a nuestros abuelos, a nuestros amigos.
La buena noticia es que derrotar a este virus está en nosotros. El COVID-19 no vive si no nos encuentra, lo que nos hace aún más responsables. Por eso, voy a insistir en una y mil veces: necesitamos conciencia, responsabilidad y autocuidado. Quédense en sus casas, no salgan si no es estrictamente necesario. Sé que es difícil, pero es la única forma hoy de que salvemos vidas.
Finalmente, con mucha humildad, quiero darles un pequeño consejo que me enseñó Alejandra, mi señora. Esta noche, cuando vayan a acostar a sus hijos, dedíquenles un tiempo más de lo normal, y díganles que esto va a pasar. Que el Coronavirus se va a ir, que volveremos a ocupar las plazas, los parques, las calles de nuestra ciudad. Que volverán a jugar y darse abrazos con sus compañeros de curso.
Soy político, y a los políticos nos gusta prometer. Hoy no les puedo prometer una cura ni una solución, pero sí les puedo decir que seguiré trabajando con toda la fuerza y el corazón para superar esta crisis de la mejor forma posible.
Les mando un abrazo cariñoso, aunque sea virtual.