miércoles, noviembre 13, 2024

Bolsonaro despide a su ministro de Salud en medio de creciente crisis por coronavirus en Brasil

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Tras varios días de especulaciones, este jueves el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, despidió a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, con quien protagonizó varios idas y vueltas por la gestión contra el coronavirus. El cargo ahora será desempeñado por el oncólogo Nelson Teich.

La salida del ministro llega en el peor momento posible, luego que expertos nacionales estimaran que el país tendría más de 300 mil personas contagiadas, unas 10 veces más que las alrededor de 30 mil que el Gobierno declara oficialmente, lo cual también se reflejaría en una cifra sustancialmente mayor de fallecimientos.

Mandetta, ortopedista de 55 años, confirmó su salida del Gobierno a través de su cuenta de Twitter, donde agradeció a los trabajadores de la salud que lo acompañaron.

“Acabo de escuchar del Presidente Jair Bolsonaro el anuncio de mi destitución del Ministerio de Salud. Quiero agradecer la oportunidad que se me ha dado, de ser el gerente de nuestro SUS, de poner en marcha el proyecto para mejorar la salud de los brasileños y planificar el enfrentamiento de la pandemia de coronavirus, el gran desafío que nuestro sistema de salud aún debe enfrentar”, escribió el ahora ex ministro de Salud.

El exministro fue permanente partidario de mantener las restricciones de movilidad impuestas en la mayoría de los 27 estados del país, lo que ha sido duramente criticado por Bolsonaro, más preocupado con las consecuencias económicas y el desempleo y para quien el peligro del Covid-19 es un mero alarmismo, al punto que ha desafiado las recomendaciones de las autoridades sanitarias nacionales e internacionales varias veces con paseos esporádicos por Brasilia, menospreciado la gravedad de la crisis y calificado la enfermedad de «gripecita» y «resfriadito».

Desde el estallido de la epidemia y su llegada a Brasil, las discrepancias entre Mandetta y Bolsonaro crecieron exponencialmente al punto de abrir una brecha en el seno del Gobierno sobre la estrategia para enfrentar el coronavirus.

Mandetta, médico de profesión y defensor de continuar con las medidas de aislamiento para contener la pandemia en el país, reconoció poco antes de su despido que no había forma de que permaneciera en la administración tras «sesenta días en esa batalla», teniendo que «medir las palabras».

«¡Eso cansa!», afirmó el despedido funcionario.

«Uno habla hoy, la persona entiende, dice que está de acuerdo, después cambia de idea y dice todo lo contrario. Uno va, conversa, parece que está todo arreglado y, en seguida, el camarada cambia el discurso de nuevo. Ya basta, ¿no? Ya ayudamos bastante», añadió, en aparente alusión a Bolsonaro.

En la víspera del anuncio, el ex titular de Salud señaló a la revista brasileña Veja que uno de uno de los integrantes de su equipo, el secretario de Vigilancia y Salud, Wanderson de Oliveira, le había presentado su dimisión, pero la ha rechazado porque, tal y como le ha dicho, “entramos juntos y saldremos juntos”.

Cifras desastrosas

Las autoridades sanitarias de Brasil reportaron este jueves que 188 personas murieron en las últimas 24 horas como consecuencia del Covid-19, lo que lleva el total en el país a 1.924.

La cifra fue menor a la de los últimos dos días, cuando los decesos llegaron a 204 en cada uno, cifra récord para el país. La cantidad de casos positivos, en tanto, se incrementó en 2.105, y superó los 30.000. En concreto, asciende a 30.425.

Sin embargo, de acuerdo a estimaciones del Grupo Covid-19 Brasil, un colectivo de investigadores universitarios locales, el pasado sábado 11 había 313.288 casos, 15 veces más que los 20.727 anunciados ese día por el Gobierno,

La enorme diferencia se debe, en este país de dimensiones continentales y 210 millones de habitantes, a que la tasa de detección es muy inferior a la de otros países fuertemente afectados por el virus.

En Brasil, la proporción es de 296 personas evaluadas por un millón, una cifra insignificante en comparación con Alemania (15.730), Francia (5.114) o Irán (3.421).

«Brasil está en una posición muy mala y solo podemos resolver el problema con una detección masiva», explica Domingos Alves, miembro del grupo Covid-19 Brasil y jefe del Laboratorio de Inteligencia en Salud (LIS) de la Universidad de Sao Paulo (USP).

Alves deploró también la lentitud de los resultados de los tests, que obliga a muchas familias a enterrar a sus muertos sin tener confirmación de la causa del fallecimiento.

«Las cifras oficiales muestran dónde estuvo la epidemia hace una o dos semanas», explica, preocupación compartida por las ahora salientes autoridades sanitarias, obligadas a improvisar a la espera de la llegada de los tests, demorada por el auge de la demanda global.

«Si la gente continúa saliendo, veremos escenas como en Guayaquil, en Ecuador, con personas que mueren en sus casas y cuerpos abandonados en la calle. En Manaos (Amazonas, norte), los hospitales ya están al borde de la saturación«, concluye.

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