La crisis que enfrenta Chile es de enormes dimensiones sanitarias y económicas. Mal manejada puede horadar aún más la ya casi inexistente confianza en las instituciones y sus autoridades. Son muy necesarias las medidas de apoyo económico a trabajadores independientes e informales, salvataje de Mipymes y todo lo que permita la reprogramación (sin letra chica) del pago de servicios básicos y créditos bancarios, para que la ciudadanía pueda enfrentar esta adversidad en una situación de relativa equidad.
Es crucial la fijación urgente de algunos precios y abordar la merma de pensiones que están sufriendo cotizantes en sus AFP. En lo sanitario, expertos han indicado la necesidad de cuarentena para toda la Región Metropolitana. Agreguemos que sea “inteligente”, para garantizar servicios básicos, medicamentos, cadena de producción y abastecimiento de alimentos, entre otros. Está claro que esto no es fácil para nadie.
Debido a la inequidad territorial, vecinos de comunas vulnerables como Puente Alto, que no están aún en cuarentena, viven el hacinamiento propio de viviendas sociales habitadas por varias familias y sometidos al uso intensivo del transporte público; realidades que generan un gran riesgo de contagio a nuestra población. Sumemos que el diagnóstico en estas zonas ha sido lento e insuficiente por parte del Minsal y que por tanto la autoridad sanitaria no logra tomar medidas efectivas para confinar personas contagiadas.
Asimismo, existe insuficiente protección a los trabajadores de la salud que deberían tener, por el contrario, todas las garantías para enfrentar en plenitud esta pandemia. Si no se toman todas las medidas necesarias, será responsabilidad de la autoridad sanitaria y la brecha descrita pondrá en riesgo la vida y salud de miles de personas.
