A dos años de que Sebastián Piñera asumiera por segunda vez la Presidencia de la República y pregonara en su campaña que se vendrían “TIEMPOS MEJORES”, estos nunca llegaron. Ahora el Gobierno está sumido en una encrucijada por las constantes manifestaciones que se han realizado ininterrumpidamente desde el pasado 18 de octubre y con el desarrollo de un plebiscito que definirá SÍ o NO la redacción de una nueva Constitución el próximo 26 de abril.
Este miércoles Palacio no debería descorchar champaña (o espumante como dicen los snob) al contrario, debería ser un día de reflexión, porque encuentra sumido al Presidente con un altísimo rechazo que supera el 80%, lo que lo convierte en el «campeón» del Presidente menos querido de Chile, a tal punto que han surgido una serie de iniciativas para intentar que salga de La Moneda y entregue la Piocha de O’Higgins, la que se le cayó a Piñera el día en que asumió el mando y cuyo mito urbano presagia lo peor…tal como le está ocurriendo ahora..
Este segundo aniversario es sin duda la más amarga de las celebraciones del Mandatario, acostumbrado al éxito pero que esta vez está sumido en la peor de las derrotas y con una alianza de partidos pelados a muerte. Por lo tanto, La Moneda aunque intente mostrar una imagen de celebración, será una parodia, una caricatura grotesca propia de una opereta tercermundista con un Palacio que no es Palacio, con un Presidente que ya no es Presidente y con un país que está al borde del colapso y dejar de ser país.
DDHH la espina en el corazón (de piedra) del Presidente
De acuerdo a las organizaciones de Derechos Humanos y sus balances que han entregado desde que se produjo el estallido, Chile terminó el 2019 con la peor crisis y violaciones a los DDHH desde la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet.
Incluso aseguran que los constantes actos en las calles del país se producen porque el Gobierno de Piñera no ha sabido responder a las demandas de la ciudadanía, cansada de las injusticias, desigualdades y la impunidad que tienen algunos sectores tanto políticos como empresariales con colusiones e irregularidades que han culminado con sanciones inauditas como cursos de ética.
Además, las constantes movilizaciones y protestas han llevado a que el Mandatario presente (deseperadamente) una serie de reformas sociales al Congreso como es el caso de las modificaciones al cuestionado sistema de pensiones de AFPs, pero que no apuntan a las demandas que la gente quiere.
El inicio del estallido
Hay que recordar que el 18 de octubre de 2019 se produjo el estallido social, luego que grupos de estudiantes secundarios se movilizaran en contra del aumento de $30 del pasaje de la locomoción colectiva, siendo reprimidos por Carabineros, provocando un rechazo generalizado de parte de la ciudadanía cuyo descontento, posteriormente, se sumó a otras áreas.
Posteriormente y en forma simultánea, varias estaciones del Metro de Santiago comenzaron a arder tras la participación de encapuchados, llevando a que el Gobierno decretara Estado de Emergencia y se dispusiera el toque de queda y la salida a las calles de personal de las Fuerzas Armadas. A esto hay que mencionar los constantes saqueos a tiendas comerciales y supermercados que se registraron por días.
Este hecho provocó la indignación de un sector de la ciudadanía que veía como nuevamente los militares salían a las calles para controlar una situación que se les fue de las manos al Gobierno, recordando los años duros de la dictadura. En cambio, otro sector celebraba porque veían en los soldados, marinos y miembros de la FACh como los “salvadores” de una situación de violencia extrema que se desataba en el país.
Incluso se llevan casi cinco meses desde que se produjo el estallido, pero las manifestaciones continúan y la clase política no ha mostrado madurez para lograr superar la crisis social que afecta al país, debido a que están sumidos en discusiones bizantinas que no llevan a ningún lado y que la gente ya está cansada.
Anuncios del Gobierno: “Mucho ruido y pocas nueces”
Desde que llegó Piñera a La Moneda en su segunda oportunidad, el Gobierno impulsó una agenda comunicacional para establecer una nueva etapa destinada a mejorar la economía, pero también reformas en materia de Salud, Seguridad Ciudadana y Pensiones.
Incluso, el jefe de Estado en su primer discurso ante el Congreso Pleno (junio de 2018) también anunció cinco acuerdos nacionales en los “temas que más preocupan a los chilenos: Infancia, Seguridad Ciudadana, Desarrollo y paz en La Araucanía, por una Salud digna y oportuna, y por un Desarrollo integral y lucha contra la pobreza”.
En ese sentido, en lo que fue su intervención al país en su segundo año, Piñera volvió a llamar a un Acuerdo Nacional para fortalecer la política y las instituciones, las cuales van en caída libre en las encuestas. De ahí que el conocido dicho del exmandatario Ricardo Lagos “hay que dejar que las instituciones funcionen” ya no tienen cabida en este Chile que cambió el pasado 18 de octubre, debido a que los anuncios rimbombantes del Gobierno no están enfocado a satisfacer las demandas de la ciudadanía.
El Programa de Gobierno cuando Piñera era candidato apuntaba a un plan para los ciudadanos y ciudadanas en Chile, centrado en el bienestar de las familias, promover y compatibilizar cuatro principios fundamentales: libertad, justicia, progreso y solidaridad.
Se presentaban cuatro pilares fundamentales: 1. Un Chile más libre que progresa creando oportunidades para, 2. Un Chile justo y solidario para caminar, 3. Un Chile seguro y en paz para progresar y vivir, 4. Un Chile para vivir una vida más plena y feliz.
Los compromisos que había asumido como candidato era también recuperar la unidad y confianza para volver a generar progreso social y económico, fortalecer la clase media y estar juntos a las familias para enfrentar con éxito los desafíos futuros.
Además, se apuntaba a que “nuestras prioridades serán las prioridades de la gente. Nuestra aspiración es resolver sus problemas, potenciar sus oportunidades, ampliar sus libertades, mitigar sus temores y colaborar en el cumplimiento de sus sueños. Por ello nuestras principales prioridades, que aspiramos a que se expresen en grandes acuerdos nacionales”.
Chile hasta el 18 de octubre expresaba una economía estable y una reducción importante en el índice de pobreza, pasando de un 40% en 1990, cuando terminó la dictadura cívico-militar, hasta un 8,6% en 2017, incluso el FMI posiciona al país como el tercer país con el PIB más alto de América Latina.
Sin embargo, estas cifras no logran ocultar la gran desigualdad que enfrenta el país porque de acuerdo al índice Gini del Banco Mundial lo ubica como uno de los países más desiguales del mundo.
Del dicho al hecho
Este miércoles se cumplen dos años desde que asumió Piñera el poder, por lo que hasta ahora ha cumplido solamente el 34% de sus promesas legislativas que su programa de gobierno contenía cuando era candidato presidencial.
Además, el mandatario ha cumplido un 64% de los compromisos asumidos en el marco del estallido social.
De acuerdo a lo que indica el estudio Del Dicho al Hecho de la ONG Ciudadanía Inteligente, el programa de Piñera contenía 256 promesas legislativas, de las cuales 25 se ha cumplido el 100%, mientras que 133 muestran 0% de avance legislativo.
En cuanto se produjo el estallido social y para salir del paso, el Gobierno presentó 51 anuncios en las movilizaciones, de las cuales 20 fueron cumplidas (100%) y 9 no han tenido avance alguno.