Italia anunció el domingo una cuarentena para sus regiones del norte, desatando el caos al restringir el movimiento de 16 millones de personas, más de la cuarta parte de su población, en un intento por detener el implacable el avance del coronavirus en Europa.
La confusión reinaba de Milán a Venecia mientras residentes y turistas averiguaban exactamente cuándo y cómo entrarían en vigencia las nuevas reglas. Los viajeros se apresuraban a llegar a las estaciones de tren y se montaban a los trenes con el rostro envuelto en bufandas y compartiendo gel desinfectante, reseña un cable de AP.
El primer ministro Giuseppe Conte firmó un decreto pasada la medianoche que restringía el movimiento de la gente en la región de Lombardía y al menos 14 provincias en regiones vecinas, donde viven más de 16 millones de personas. Las medidas entrarán en vigencia hasta el 3 de abril.
Las áreas bajo cierre incluyen Milán, el centro financiero de Italia y la ciudad principal de Lombardía, y Venecia, la principal ciudad de la vecina región del Véneto.
“Para Lombardía y para las otras provincias norteñas que he enumerado aquí será una prohibición sobre cualquiera que se mueve entrando o saliendo de estos territorios y también dentro del mismo territorio”, dijo Conte. “Solo se admitirán excepciones para necesidades profesionales demostradas, casos excepcionales y motivos de salud”.
Por el momento se desconoce el destino de los turistas en las zonas bajo cuarentena.
Si bien el Vaticano no se vio directamente afectado por la cuarentena, el papa, que ha estado enfermo, dio la misa dominica por video y dijo que se sentía como “en una jaula”.
Italia copió las acciones de China, donde unas 60 millones de personas en la provincia central de Hubei a fines de enero fueron puestas bajo cuarentena. El jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, tuiteó el domingo su apoyo al “gobierno y al pueblo de Italia”, diciendo que estaban “tomando medidas audaces y valientes para reducir la velocidad del coronavirus”.
En todo el mundo se han registrado más de 106.000 casos de coronavirus y 3.600 muertes, la gran mayoría en China.
En su reporte diario, la agencia italiana de protección civil informó de 1.247 infectados, elevando el total a 5.883. Otras 36 personas murieron tras contraer el virus, sumando 233 en el país.
En la ciudad italiana de Padua, en la región del Veneto, hubo escenas de caos y confusión el sábado por la noche cuando se extendieron las noticias sobre que el gobierno planeaba anunciar una cuarentena.
Bares y restaurantes llenos se vaciaron con rapidez cuando la gente se apresuró a llegar a la estación ferroviaria. Viajeros con maletas, mascarillas, guantes y frascos de gel desinfectante abarrotaron los trenes.
Algunos funcionarios locales expresaron sus reservas por la medida. Stefano Bonaccini, presidente de la región de Emilia Romagna, dijo que parte del texto era confusa y pidió más tiempo al primer ministro para buscar soluciones más “coherentes”. El alcalde de Asti, en la región del Piamonte, compartió una indignada diatriba en un video en su página de Facebook arremetiendo contra Roma por no informar a las autoridades locales.
“Nadie me dijo nada”, exclamó Maurizio Rasero, añadiendo que tenía cientos de mensajes en su celular de ciudadanos alarmados. “Es increíble que información tan delicada e importante aparezca primero en el periódico, filtrándose a todas partes antes incluso de que lo sepan las autoridades locales”.
Italia no era el único país que limitaba actividades. En todo el mundo se cancelaron actos y festivales. Arabia Saudí vetó celebrar competiciones deportivas con espectadores a partir del sábado. La NBA, así como equipos deportivos británicos y japoneses, consideraban hacer lo mismo, mientras comenzaban las temporadas de béisbol y fútbol.
La expansión del virus también se ha cobrado un precio psicológico. Autoridades y fabricantes intentaban tranquilizar a los consumidores asustados asegurándoles que no necesitaban acaparar papel higiénico, que ha desaparecido de los establecimientos en varios países.
Una preocupación especial son los cruceros llenos de pasajeros, muchos de los cuales afrontaban sus propios problemas relacionados con el virus.
El crucero Gran Princess, donde 21 personas dieron positivo a COVID-19, se dirigía al puerto de Oakland, California, tras pasar unos días esperando ante San Francisco. Hay pruebas que señalan al barco como origen de un foco de infección de casi 20 casos durante un viaje anterior.
En Egipto, un crucero en el Nilo con más de 150 personas a bordo se encontraba en cuarentena en la ciudad sureña de Luxor tras confirmarse 12 casos.
También el sábado, el puerto de Penang, en Malasia, rechazó el crucero Costa Fortuna debido a que 64 de las 2.000 personas a bordo provienen de Italia. El barco ya fue rechazado por Tailandia y se dirigía a Singapur.