De cara a un nuevo aniversario del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, SHOA, ha implementado una serie de cambios basados en la experiencia obtenidas desde dicho suceso y a lo largo de estos años, que le permiten enfrentar en mejor pie y con todo el respaldo tecnológico de este período, las emergencias que afectan el país y que le permiten concurrir en la protección de las personas.
En ese sentido, el contraalmirante Patricio Carrasco, director del SHOA, señaló que la institución, dependiente de la Armada de Chile, ha potenciado la red de mareógrafos y boyas DART instaladas a lo largo de todo el país y conectadas en tiempo real con su centro de operaciones.
De esta forma, indicó, a partir de 2016 comenzó a operar con un Sistema Integrado de Predicción de Alarma de Tsunami (Sipat), cuyo principal objetivo es determinar —una vez ocurrido un terremoto— qué sectores del territorio nacional se verían afectados directamente por un tsunami.
Este Sistema combina datos instrumentales con simulaciones de escenarios premodelados, para evaluar de manera rápida y sectorizada los diferentes niveles de amenaza de tsunami.
Asimismo, precisó, se redujo de 20 a cinco minutos el poder determinar si un sismo es capaz de generar un tren de ondas que cause afectación en la costa, tiempo valioso frente a una evacuación.
En otros organismos de respuesta y vinculados a la emergencia nacional, la resiliencia que implicó el 27-F significó también avances sustantivos.
Así, uno de ellos implicó tomar como base el Servicio Sismológico de la Universidad de Chile y, a partir de este, el Centro Sismológico Nacional en 2012, integrado por más de 50 profesionales y especialistas con dedicación exclusiva para la investigación, desarrollo y mantención de capacidades del monitoreo sísmico 24/7. Paralelamente, se fortaleció la Red Sismológica Nacional, pasando de obsoletas estaciones a más de 400 de última tecnología, lo que permitió conformar una red de observación para estimar, en menos de cinco minutos de su ocurrencia, la magnitud, tiempo, origen y localización de un sismo.
Por su parte, Onemi aumentó su dotación para una nueva estructura, incluyendo profesionales y técnicos en su nivel central y la creación de las 16 direcciones regionales operativas 24/7 y dotadas de tecnología espejo del nivel central, lideradas por directores regionales apoyados por equipos multidisciplinarios.
Desde el punto de vista preventivo, se ha desarrollado una serie de programas, destacando Chile Preparado (simulacros), con participación de diez millones de personas. Lo anterior, complementado con actividades orientadas a fortalecer la resiliencia del sistema y, en particular, a las comunidades, a través de metodologías para conocer el riesgo y la capacitación de los jefes de emergencia y líderes comunales.
Las experiencias obtenidas a lo largo de estos años para enfrentar las amenazas geológicas permitieron traspasarlas hacia las amenazas meteorológicas, que, a consecuencia del cambio climático, presentan escenarios extremos de mayor frecuencia e impacto, de los cuales Chile ya ha sufrido algunas de sus consecuencias.
Las múltiples amenazas que deberemos enfrentar hacen fundamental que la reducción del riesgo de desastres sea una prioridad permanente en el país, y ello en gran parte se logra con políticas públicas que mejoren, institucionalicen y hagan vinculante nuestro actual sistema, que ha dado prueba de su efectividad.