Hace más de cien años, el Doctor Nicolás Palacios advertía en Decadencia del Espíritu de Nacionalidad (1908) lo que hoy es una realidad irreversible: “No es la felicidad del pueblo su incremento numérico, su progreso moral y político lo que preocupa al inmigrante mercader; ni lo desvelan la seguridad presente ni el provenir de la nación en que se hospeda. No ve una sociedad, un pueblo organizado moral y políticamente en el país en que se especula, sólo ve sus riquezas explotables, y su sola preocupación es la de apropiárselas con el menor sacrificio de su parte. La idea de nación está reemplazada por ellos por la de un territorio más o menos rico, más o menos poblado; sus habitantes son factores de producción y de consumo, e instrumentos vivos de explotación, a los cuales creen justo y lógico reemplazar por otros más apropiados a su intento, si los indígenas no les convienen”.
El reemplazo poblacional en todo el país es evidente.
La idea de nación fue transformada por la de mercado.
La soberanía nacional es hoy un arancel tributario.
Paradójicamente, el reemplazo poblacional ha sido propiciado por los tres Poderes del Estado y con la venia de las Fuerzas Armadas.
Es la destrucción de Chile.