Este miércoles 8 de enero, a casi tres meses del estallido social y del «enojo» con monumentos que han sido arrancados de sus bases , golpeados y maltratados -como si fueran estatuas con vida- recién saca la voz -vocecita tímida- la ministra de las Culturas Consuelo Valdés, una gran ausente -como el Gobierno- para enfrentar la crisis que ha afectado gravemente el escaso patrimonio cultural del país, y saca su voz justo el día en que el Consejo de Monumentos analizará la situación del derruido monumento al General Manuel Baquedano (héroe de la Guerra del Pacífico) en la Plaza de Italia rebautizada como «Plaza de la Dignidad» epicentro de todas las protestas. En este contexto doña Consuelo publicó una carta bajo el titulo: «Nuestra memoria» en la que asegura que «las regiones Metropolitana, Magallanes y Tarapacá concentran los daños a monumentos públicos y las de Coquimbo, Metropolitana, Antofagasta, Atacama, Maule y Magallanes los de monumentos histórico».
Valdés dice además que aún no hay un catastro total, es decir con esta lentitud capaz que muchos de los monumentos dañados ya desaparezcan y para variar -como ha sido el signo de esta administración- van a llegar tarde.
Desde el 2 de enero pasado, el Gobierno —a través del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio— está realizando un catastro georreferenciado de los daños a bienes patrimoniales, en todas las regiones. El trabajo, que se extenderá todo el mes, busca completar el diagnóstico y precisar los costos de recuperación. Esta iniciativa surge de una mesa de trabajo intersectorial convocada por nuestra cartera, en la que también participan el Minvu, el MOP, Subdere y la Asociación Chilena de Municipios, además del Consejo de Monumentos Nacionales y el Centro Nacional de Conservación y Restauración.
Desde el inicio de la crisis, el ministerio se ha desplegado en terreno realizando acciones y gestiones concretas para enfrentar la emergencia y los daños a bienes patrimoniales, que hoy suman 233 en todas las regiones. Hemos efectuado registros, coordinaciones intersectoriales, acciones de emergencia y prevención en algunos inmuebles, y entregado directrices sobre cómo realizar la limpieza o retirar de manera adecuada monumentos públicos, en el caso de derribamiento, o si se considera necesario para la seguridad de la ciudadanía y del bien común. Las regiones Metropolitana, Magallanes y Tarapacá concentran los daños a monumentos públicos y las de Coquimbo, Metropolitana, Antofagasta, Atacama, Maule y Magallanes los de monumentos históricos.
El desafío es seguir trabajando coordinadamente y proyectar una estrategia de recuperación que amplíe la mirada y nos permita entender el fenómeno —sumando actores y metodologías innovadoras— para restituir la legitimidad de los símbolos de la vida de la República. Debemos escuchar y reflexionar por qué ha ocurrido. Porque cada generación puede someter los bienes patrimoniales a revisión, o incluir nuevas propuestas —actualizando lo que considera su patrimonio—, pero siempre debe ser a través del diálogo y la institucionalidad. El cuidado de los monumentos es una responsabilidad que tenemos con las generaciones que vienen, porque en ellos reside parte fundamental de nuestra memoria», remata la nota firmada por Consuelo Valdés C., ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Nuestro mensaje es que se apure porque como va la situación, no va a quedar patrimonio ni monumentos, por lo tanto no tendrá razón de existir este burocrático ministerio.
