Simplemente los discursos de amigos para siempre pronunciados por el Presidente de los Estados Unidos, a sus pares de Argentina y Brasil han quedado en nada ya que el Presidente Donald Trump acusó a Argentina y Brasil de afectar a los agricultores estadounidenses por manipular sus monedas y dijo que impondrá aranceles sobre sus importaciones de acero y aluminio como medida de represalia, reseña un cable de AP.
Trump también pidió a la Reserva Federal de Estados Unidos tomar medidas para evitar que otros países devalúen sus monedas.
Las dos naciones sudamericanas estaban entre los aliados de Estados Unidos a los que Trump no impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio en marzo de 2018. La amenaza del presidente para revertir esa decisión e imponer aranceles a Argentina y Brasil es otro ejemplo de su volátil enfoque en política comercial.
Las empresas han postergado inversiones, lo que socava el crecimiento económico, debido a que no saben si los acuerdos que Trump alcance con otros países durarán o qué países o productos atacará próximamente.
Horas antes de viajar a una conferencia de la OTAN en Londres, el mandatario de EEUU tuiteó que “Brasil y Argentina han presidido una enorme devaluación de sus monedas, lo que no es bueno para nuestros agricultores. Por lo tanto, con efecto inmediato, reimpondré los aranceles sobre todo el acero y aluminio que sea enviado a Estados Unidos por parte de esos países”.
Argentina está sumida en una crisis económica con una inflación descontrolada, profundo endeudamiento, pobreza generalizada y una moneda que se ha hundido bajo el mando del presidente Mauricio Macri, que asumió el cargo en 2015 con promesas de impulsar a la segunda economía más grande de Sudamérica. Macri fue derrotado en los comicios de octubre y dejará el puesto la próxima semana.
Por su parte, Brasil lidia con una tasa de desempleo de dos dígitos y su economía se dirige a registrar por tercer año consecutivo un crecimiento del 1%, luego de dos años de una grave recesión.
Ambos se han beneficiado de la guerra comercial de Estados Unidos con China. Argentina y Brasil han aprovechado los aranceles de Beijing a los productos agrícolas estadounidenses para exportar más al país asiático.
Trump dijo que la Fed “debería actuar del mismo modo para que los países, que son muchos, no se sigan aprovechando de nuestro fuerte dólar al devaluar más sus monedas”. El mandatario dijo que ese tipo de devaluación “complica que nuestros fabricantes y agricultores exporten sus productos de una manera justa”.
“¡Bajen las tasas y aflojen!”, exhortó el mandatario a la Fed, que es independiente.
En varias ocasiones, Trump ha arremetido contra el presidente de la Reserva, Jerome Powell, sobre su liderazgo y por no reducir las tasas de interés tanto como al mandatario republicano le gustaría.
En su reunión más reciente en octubre, la Reserva Federal redujo las tasas de interés a corto plazo por tercera vez en este año para apuntalar a la economía estadounidense. Pero también señaló que no tenía planeadas más reducciones porque no hay evidencia clara de que esté empeorando la perspectiva económica del país.
La guerra comercial de Trump con China afectó a los agricultores en Estados Unidos luego de que Beijing tomó medidas en represalia cuando el presidente estadounidense impuso gravámenes a cientos de miles de millones de dólares de productos chinos. Trump afirma falsamente que China paga a Estados Unidos miles de millones de dólares en aranceles.
Trump también ha destinado casi 30.000 millones de dólares para ayudar a los agricultores a compensar sus pérdidas.
Tras un breve aumento en los precios del acero, el sector siderúrgico estadounidense ha batallado desde que el gobierno de Trump impuso los aranceles el año pasado.
La demanda doméstica ha disminuido junto con el sector energético porque la industria petrolera ha comprado menos acero.
La compañía U.S. Steel reportó su primera pérdida desde principios de 2017 en el trimestre más reciente, y la división que hace los tubos para las empresas de energía perdió 25 millones de dólares. La empresa ha despedido a algunos trabajadores y cerrado algunos de sus hornos de fundición.
Las acciones de la compañía con sede en Pittsburgh han disminuido 43% en el último año. Los títulos de AK Steel han caído 10%, incluso cuando el índice S&P 500 registra máximos históricos.