Boris Johnson logró ayer jueves llevar al Partido Conservador a uno de los mayores triunfos electorales de las últimas décadas. Los tories superaron con creces e inesperadamente el umbral al que aspiraban, una mayoría de 326 diputados en la Cámara de los Comunes.
Con un escaño pendiente de adjudicar del total de 650, los conservadores lograron 364 y arrebataron al Partido Laborista áreas históricas en la llamada muralla roja, que se extiende desde el norte de Gales hasta el norte de Inglaterra.
El eslogan de su campaña, Get Brexit Done (Cumplamos ya con el Brexit) resultó un acierto, porque la noche electoral reveló que ese había sido el factor principal de estos comicios. La suma de aquellos votantes que en 2016 respaldaron la salida de la UE, los que ya estaban hartos de un debate interminable que había paralizado al Reino Unido y los ciudadanos de izquierdas decepcionados con la ambigüedad de Jeremy Corbyn acabó llevando hasta Downing Street al candidato conservador.
«Hemos logrado la mayor victoria conservadora desde la década de los ochenta. Con este mandato y esta mayoría, vamos a culminar la tarea del Brexit», ha dicho Johnson ante los seguidores congregados en la sede del Partido Conservador a primera hora de la mañana de este viernes.
El primer ministro se ha dirigido especialmente a los votantes que han apostado por él en estos comicios sin ser de su partido —laboristas, en su mayoría—. «Acepto vuestra confianza con toda la humildad del mundo, y trabajaré para que nos volváis a votar en el futuro», ha dicho.
Ha sido un discurso para celebrar el triunfo, pero también para intentar sentar el tono de su próximo Gobierno. Por eso ha incidido en la necesidad de unir al país y dejar atrás la división del Brexit. Desaparecida la posibilidad de un segundo referéndum, el Reino Unido saldrá definitivamente de la UE el próximo 31 de enero, ha dicho Johnson, «y recuperaremos el control sobre nuestras leyes y nuestras fronteras».
En los próximos días, presentará sus planes futuros ante la Cámara de los Comunes para someterlos a debate y votación e impulsará el acuerdo del Brexit, que alcanzó con la UE y que el Parlamento frustró en la pasada legislatura. Se abre un periodo vertiginoso en el que Johnson deberá comenzar a dibujar el futuro que desea para el país, y que en el transcurso de la campaña —centrado en un único mensaje, la salida del Reino Unido de la UE— apenas esbozó.
Por contra, ha sido la noche de la derrota más amarga del líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. Con apenas 203 diputados, su resultado recuerda a la catástrofe de Michael Foote en 1983. «Ya no seré el candidato de las próximas elecciones. Ayudaré a que el partido discuta adecuadamente el proceso que se abrirá a continuación. El Brexit ha polarizado a la sociedad y ha erosionado el resto de asuntos políticos», admitió Corbyn en el centro de recuento de la circunscripción de Islington North, donde paradójicamente ganó a su rival con una holgada diferencia. Las primeras voces críticas en el seno del laborismo le culparon a él en exclusiva de la derrota, y denunciaron la radicalidad de un programa electoral que los votantes de izquierdas, han dicho, no lograron entender. Corbyn se va, pero deja su formación totalmente controlada por los corbynistas, que intentarán a partir de ahora mantener las riendas del laborismo.
Nacionalistas arrasan en Escocia
En el norte del Reino Unido, el Partido Nacional Escocés celebraba exultante, con la conquista de 48 de los 59 escaños de Escocia. Ha sumado 13 escaños más de los que tenían hasta ahora en el parlamento, lo que para ellos implica que los escoceses les otorgan un mandato claro para otro referéndum sobre la independencia de Escocia y piden a otros países europeos que les apoyen.
La líder del Partido Nacionalista Escocés, Nicola Sturgeon, destacó claramente que «proponemos una oferta muy clara. Los escoceses han dejado muy claro que no quieren a Boris Johnson como primer ministro, y que no quieren un Brexit. Quieren que el futuro de Escocia esté en manos de Escocia».
Aunque haya sido un gran triunfo para los nacionalistas escoceses, en Westminster, la mayoría conservadora de Boris Johnson hará todo lo que esté en su mano para frustrar una segunda votación sobre la independencia de Escocia.
Sólo seis conservadores, cuatro demócratas liberales y un diputado laborista han conseguido escaños en Escocia. Además, en esta zona es donde se presentaba la máxima dirigente de los demócratas liberales a nivel nacional, Jo Swinson, quien ha dimitido al perder el escaño al que optaba. Los nacionalistas escoceses han conseguido arrebatarle el escaño por 149 votos.