Nuestro país destaca indiscutiblemente y a nivel mundial por la producción y exportación de vino, pues según cifras del Ministerio de Agricultura -correspondientes a este año- Chile vende US$ 2 mil millones en más de 150 países, siendo el cuatro exportador tras Italia, Francia y España. Asimismo y según estimaciones de la Asociación de Vinos de Chile, el consumo anual de esta bebida alcohólica es cercano a los 15 litros por persona; esto, desde un punto de vista cotidiano y moderado.
Teniendo estas referencias, tanto a nivel local como macro, la industria debe constantemente innovar y replantearse cómo llegar al consumidor final, innovando en todos los aspectos que determinen su decisión de compra. Es precisamente, la primerísima etapa la cual juega un rol clave: la etiqueta del producto.
Así lo confirma Juan Ignacio Molina, gerente general de AMF Etiquetas, quien asegura que sólo bastan siete segundos para que el diseño de la imagen impresa en el vino conecte con las emociones y gustos de la persona, determinando así su elección definitiva. “Si pensamos en la amplia oferta y propuestas de vino que existen en el mercado, en este micro espacio de tiempo, un producto en una góndola no atrae por su descripción o color, sino que lo hace por el elemento estratégico de la etiqueta, indispensable para la identificación y distinción entre otros productos”, enfatiza el ejecutivo.
Agrega que “una vez que la etiqueta capturó su atención, el consumidor lo adquiere y realiza una indagación más consciente del producto, pero ya con una intención de compra resuelta”.
Materiales sustentables y maquetas reales
Por otro lado, Molina cree que en un mundo cada vez más consciente con impactar lo menos posible al medio ambiente, la sustentabilidad es otro aspecto que llama la atención o, derechamente, buscan las personas. “La industria del etiquetado de vinos y otros productos como licores, cervezas, bebidas y jugos, también ha ido a la vanguardia con esta necesidad y hoy en día, es posible entregar soluciones flexibles, rápidas y eficientes, con una planificación transversal junto a las viñas, tanto en diseño y operación con materiales ecoamigables”, argumenta.
En ese sentido, el gerente general de AMF Etiquetas considera que contar con un laboratorio digital Print Center, “otorga la posibilidad de acceder a maquetas reales de las etiquetas y en tiempo reducido, siendo que –generalmente- la industria no da esta opción, por tratarse de impresiones a gran escala”. “Específicamente, gracias a la máquina MO-4, hemos encontrado un sello distintivo en un servicio que es 360, lo que ha sido enormemente valorado por las viñas que necesitan materializar, desde un primer momento, sus objetivos e ideas”, sostiene.