La Evasión Masiva convocada por estudiantes fue tomando fuerza ante la mirada desdeñosa de La Moneda que no fue capaz de leer y menos interpretar las señales de este movimiento estudiantil que el propio Palacio tildó de «delincuentes» y con duro lenguaje salió a criticar, pero lejos de aplacar las manifestaciones éstas se intensificaron llegando al punto más alto este viernes 18 de octubre que simplemente terminó por acorralar a las autoridades que no lograron bajar la presión y el malestar respondiendo con la «aplicación de la ley» ante dantescas escenas de incendios y saqueos en la casi totalidad de las estaciones del Metro de Santiago, la joya más preciada del transporte público, que sufrió un alza que en términos reales significa el 20% del sueldo mínimo de un chileno.
Eso motivó la reacción rabiosa de cientos de jóvenes que el viernes simplemente se aburrieron del «aguante» que ha caracterizado a los chilenos y ello no fue percibido por Palacio.
Pasada la media noche del viernes, Piñera visiblemente golpeado por la magnitud de las protestas, optó por lo más complejo en términos de imagen y consecuencias para la centroderecha como es decretar Estado de Emergencia y con ello sacar a las FFAA a las calles de la capital.
Ciertamente que la magnitud de los daños son impactantes, algo no recordado en el Chile democrático, pero hay que decirlo, el Gobierno no ha ayudado a bajar la presión y la tensión ya que varios ministros han salido con duras declaraciones y calificativos a los manifestantes, que se traduce en «apagando el fuego con bencina».
Ya con Estado de Emergencia, este sábado las protestas se han tomado todas las ciudades del país y en Santiago desde el medio día el caceroleo ha sido continuo como la toma de calles, saqueos de supermercados y las escaramuzas entre manifestantes y FFEE de Carabineros en los puntos tradicionales de la ciudad como Plaza Baquedano-Italia, hasta donde llegaron efectivos del Ejército en carros blindados y luego se retiraron dejando el control en manos de la policía. Se suma a esta constante, la quema de buses, de un tren de Metro en Elisa Correa y la estación Metro Macul, aumentando el caos, ante el total silencio de La Moneda que evidencia la falta de conducción y control de la revuelta social.
Lo inexplicable es la falta de capacidad de la mal llamada clase política para lograr abrir el diálogo y bajar la tensión, por un lado el oficialismo dividido por los más autocríticos como el senador Ossandón que pide cambio de gabinete y sintonizar con las penurias de la ciudadanía y por otro lado la UDI con su dureza llamando a casi más «mano dura» con los delincuentes y culpando a la Guerra Comercial como gran detonante, como o dijo la presidenta de la colectividad en La Moneda.
Por otra parte, la oposición, tan golpeada y con nula capacidad de reacción como el oficialismo, no ha aportado para aplacar la ira contenida de la gente, y tal como el Gobierno están literalmente escondidos sin ser capaces de buscar una solución a un problema que fue ignorado y que ahora tiene paralizado al país y hace tambalear al propio Gobierno totalmente inmóvil.