Recuperar parte de la normalidad hoy lunes es clave para caminar a un apaciguamiento del estallido social que pasará a la lista de los acontecimientos que marcan la historia de Chile. Esa cuota de normalidad implica procurar las facilidades para el traslado de las personas a sus lugares de trabajo y el regreso a sus hogares. También, garantizar que los principales centros de actividad comercial, de servicios e industrias puedan desenvolverse sin amenazas a la seguridad de las personas.
Esto no es fácil de conseguir, pues todavía persiste el impulso a la protesta legítima, pero que carece de liderazgos políticos o sociales, lo que la hace imprevisible. De esta convulsión se aprovecha una minoría de personas que por diversas motivaciones -desde la frustración hasta la delincuencia- actúan de manera violenta. Mientras ello ocurre, cada hora aumentan las personas temerosas de retomar sus actividades porque ven que las fuerzas policiales y militares son insuficientes para disuadir a todos los grupos de saqueadores e incendiarios, incluso en pleno toque de queda. Pese a esta carencia, la conducta de los uniformados ha sido cuidadosa, pues cualquier represalia sangrienta exacerbará los ánimos y obligará a escalar la represión y las restricciones a las libertades para imponer una tranquilidad frágil.
El escenario se agrava porque el gobierno y su coalición Chile Vamos se muestra incapaz de dar gobernabilidad, pues el discurso conciliador y los reconocimientos a la deuda social que arrastra el país llegaron tarde y sencillamente carecen de credibilidad. La oposición tampoco es escuchada por la mayoría de los ciudadanos que perdieron toda confianza en la clase política. En una hora de emergencia para Chile, el Frente Amplio y el partido comunista demuestran ser incapaces de jugar un papel político para superar la crisis. En vez de empujar soluciones sociales en un diálogo-negociación con La Moneda y otros actores, prefieren quedar al margen, lo que los alejará de los ciudadanos que desean recuperar la tranquilidad.
Por todas estas razones, conseguir que hoy lunes exista una cuota de normalidad requiere, de una parte, la colaboración consciente de líderes sociales. La decisión del Colegio Médico de suspender la movilización convocada para mañana martes por las carencias de insumos para pacientes en los hospitales es una muestra de responsabilidad.
Pero también necesita del esfuerzo de cada persona, partiendo por ir al trabajo, y quienes tienen vehículo ayudar a trasladar personas. En las empresas sería deseable que se facilite a los sindicatos o grupos de trabajadores a realizar unos minutos de conversación sobre lo que ocurre y así generar un ambiente de diálogo, que ayude a disminuir los temores.
El gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha quedado dramáticamente debilitado. Por ello, urge que en un plazo no mayor a esta semana convoque a un diálogo con las organizaciones sociales, sindicales, empresariales, académicas y políticas para consensuar un nuevo pacto social.
Lo que ha ocurrido es el fin de modelo social y económico neoliberal imperante desde 1973. Habrá que caminar hacia un país con más seguridad social para las familias vulnerables, que son más que los pobres, y eso requerirá de un esfuerzo económico de las clases altas. De lo contrario Chile se irá por el despeñadero.