Hace más de dos décadas, el encuentro casual del ingeniero químico Roberto Pavez con un grupo de adictos al neoprén, fue el factor determinante que facilitó pocos años después la eliminación del tolueno de la mayoría de los pegamentos industriales del mercado. Esta sustancia era utilizada como droga por miles de jóvenes vulnerables en los años 90: alrededor de 8% a 10% de la población infanto-juvenil de escasos recursos consumía productos inhalables, según datos oficiales.
El científico asumió la misión de erradicar este componente por convicción personal, pero que en poco tiempo se transformó en una política de estado.
«Conocí a un grupo de personas adictas y corroboré su deterioro mental. Fue una experiencia muy fuerte. Por eso tomé esta decisión que, gracias al apoyo inicial de la empresa y después de otras instituciones, finalmente se convirtió en una contribución para el país y particularmente para nuestros niños», afirma Roberto Pavez, director de Investigación y Desarrollo de Henkel, compañía con la que trabajó en nuevas fórmulas de empaque y adhesivos para eliminar este elemento tóxico del consumo masivo.
Ya en esa época trabajaba en la empresa fabricante del pegamento Agorex, por lo que estaba familiarizado con el alcaloide. Por lo mismo, gracias a su convencimiento inicial logró movilizar una transformación interna que ayudó a sintetizar una nueva receta igual de adhesiva. Eso aportó a que otros fabricantes pudieran sumarse a la iniciativa, materializándola en una política de salud pública. En 1999 se dejaría de producir e importar tolueno.
De acuerdo a Pavez, Henkel respondió favorablemente a su petición de hacerse parte de este gran cambio. Esa apertura a los procesos de innovación se alinea con una sólida estrategia de sustentabilidad, capaz de entregar herramientas y procesos sistemáticos que desarrollasen, de forma consistente, productos y soluciones innovadoras con mejor desempeño y una menor huella ecológica. De hecho, para el año 2030 el objetivo de la multinacional es triplicar el valor para los clientes, consumidores, comunidades y empresas, a la vez que simultáneamente reduce la huella ambiental.
Así, la investigación de este ingeniero químico resolvió una dura problemática que se vivía en el Chile de los 80 y 90, la cual se veía representada en los niños del río Mapocho que eran adictos al pegamento, debido a la toxicidad del tolueno.
«En esos años, las cifras de consumo por drogas aspirables eran muy importantes de acuerdo al Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda). Inmediatamente después los porcentajes comenzaron a bajar», asegura Enrique Paris, exdirector del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica (CITUC).