viernes, noviembre 22, 2024

Sebastián Bowen revela la «Catástrofe urbana»: Cada día hay 10 familias que deciden irse a vivir a un campamento

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Aún cuando se sabía del aumento de campamentos y el incremento  del número de personas que viven en ellos, las cifras detalladas entregadas recientemente por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo no dejaron de preocupar a la opinión pública, más aún considerando que hasta inicios de la presente década, las estadísticas demostraban la disminución constante de este flagelo.

Más de 800 campamentos a lo largo del país (un 20% de aumento en relación a 2011), demuestran el crecimiento de una problemática compleja a lo largo del país, con algunos de los más fuertes exponentes en Santiago, Antofagasta y Viña del  Mar.  Las causas varían desde razones económicas o sociales, hasta la falta de políticas urbanas consistentes y claras.

En dicho contexto, conversamos con Sebastián Bowen, director ejecutivo de Techo-Chile, iniciativa social chilena que se ha expandido a 19 países  del continente y que busca enfrentar las condiciones de vida en los campamentos ayudando a miles de familias a mejorar sus condiciones de vida

– ¿Qué te parecen las estadísticas que dio a conocer el Minvu en torno al tema de los campamentos?

Nosotros ya veníamos conociendo estas estadísticas en base a nuestros catastros. El mismo ministerio hizo un catastro de campamentos en diciembre de 2018, siendo el actual un censo que profundiza dicha información, y que finalmente permite llegar a una misma conclusión: los campamentos están aumentando.

Según los datos que hemos recabado,  en promedio en Chile cada día hay 10 familias que están tomando la decisión de irse a vivir a un campamento, y eso es una catástrofe urbana. ¿Por qué las familias se van a campamentos?, se van porque finalmente están  usando el campamento como una válvula de escape ante problemáticas de exclusión que viven en su ciudad, como que no les alcanza para pagar el arriendo, hacinamiento, seguridad en los barrios y muchas veces problemáticas de no tener donde vivir cuando se llega al país. Por lo tanto, creo que tenemos que redoblar los esfuerzos que estamos haciendo, imprimir aún más urgencia, porque si no va a llegar el momento en que esta catástrofe urbana va a ser  irreversible.

– También resalta la problemática de oferta de viviendas, ya que hace 8 o 10 años uno podía encontrar en el mercado viviendas, por el sector privado, de 500 a 600 UF, pero ahora ese segmento de vivienda prácticamente no existe

Claro, se está haciendo inalcanzable en el fondo la vivienda, y por lo mismo tenemos que empezar a innovar en esta materia, con nuevas políticas. Creo que el arriendo tiene que tomar mucha más fuerza en general, políticas transitorias, autoconstrucción asistida; tenemos que volver a pensar nuevas formas para enfrentar a esta problemática que está afectando finalmente no sólo a miles o cientos de miles de personas: creo que son millones de personas las que están viviendo con el flagelo, con la angustia de no tener  una vivienda donde poder formar su hogar.

– En este contexto, cómo situamos el papel del Estado, para que pueda regular y hacer accesible los valores de viviendas o los lugares que necesitan las personas. La Cámara Chilena de la Construcción hablaba recientemente que los costos de los créditos se están haciendo cada vez más inalcanzables para un segmento cada vez mayor, los arriendos son altísimos y los terrenos son cada vez más escasos.

Yo creo que nos está pegando a todos un poco y a todos nos va a pegar., por mucho que tengas recursos y puedas aspirar a un crédito. Si vives en una ciudad en la cual la mayor parte de la población vive segregada, donde cada día 10 familias toman la decisión de irse a un campamento, tampoco se va a tener una real calidad de vida, entonces es una problemática que nos involucra a todos.

Y acá hay que decir pastelero a tus pasteles, es decir, que el gobierno regule. Creo que se ha avanzado en esa materia, hay buenas iniciativas innovadoras, pero tenemos que imprimir aún más fuerza, más rapidez, más eficacia a las políticas que se puedan implementar al respecto. He hablado sobre la importancia de un Banco de Suelos, de fomentar el arriendo, de fomentar otras políticas más flexibles, más transitorias para la vivienda. Y por otro lado, el sector inmobiliario también tiene que darse cuenta – y creo que así ya está sucediendo en algunos sectores – de la importancia de involucrarse con este desafío de construir ciudades justas, y todos los ciudadanos tenemos que hacernos parte de este proceso.

Así es que si para eso Techo puede servir, para  involucrar a los ciudadanos en esta materia, para hacerlos colaborar, construir o compartir esta temática, bienvenido sea.

– Hablabas también de los barrios transitorios, una de las buenas alternativas que pueden resultar plausibles para atacar este tema.

Creo que es una innovación a la que hay que estar bien atento, porque como toda innovación puede tener errores o problemas al comienzo que requieran mejoras, pero aquí el enfoque de esta iniciativa es el potente, donde las familias tengan un lugar intermedio donde vivir, que les permitan no estar en la informalidad y la marginación del campamento  mientras están aspirando a su vivienda definitiva, y que allí tengan un proceso que los ayude a la convivencia, a la postulación, a la capacitación, para que una vez que lleguen a la vivienda, sea finalmente en su barrio definitivo.

– Uno de los temas que ha fallado es el seguimiento a las familia que salen de los campamentos, ya que el propósito final debe ser que permita crecer a la familia y no repetir los errores y vicios de lo que fue la construcción de los años 90 de grandes poblaciones segregadas y aisladas

La técnica es muy importante: contar con buenos profesionales que permitan diseñar bien, pero la apropiación de las familias y la apropiación comunitaria son muy importante. Se trata de que las familias vean que su vivienda es suya, y eso no es una declaración, se hace en un proceso de participación y toma de decisiones respecto a esa vivienda, de escoger el tipo de vivienda, de entender que hay recursos limitados y que por tanto hay prioridades que tomar. Una vez que esto sucede, la vivienda es realmente de la familia, que la cuida, y al cuidarla, esa vivienda adquiere plusvalía, y con eso mejora el entorno y mejora todo. Entonces, lo peor que podemos hacer acá es que asumamos que este es un problema sólo de cemento, de cuántos metros cuadrados nos faltan y cuánta plata para construirlos, sin darnos cuenta que esto hay que construirlo junto a las familias.

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