Es curioso, una vez que los niños salen de vacaciones de invierno, a muchos padres se les intensifican dos situaciones indeseadas, la culpa y las deudas, provocando malestar e infelicidad.
Esto sucede por diversas razones, pero analicemos algunas de las más frecuentes.
Todo el mundo está saliendo: Uno de los elementos más poderosos de la persuasión y que nos lleva a tomar decisiones en cierta dirección, es la prueba social, es decir, seguir lo que hacen otras personas. En época de vacaciones vemos a algunos vecinos irse fuera de la ciudad, o del país, luego vemos en televisión que hablan de las miles de personas que colapsarán las carreteras y aeropuertos en estas fechas, ves fotos en redes sociales de amigos con sus familias en destinos paradisiacos y se nos viene la sensación de “todo el mundo está saliendo, menos nosotros”. No te creas esta ilusión, en realidad, y analizándolo fríamente, la mayoría de las personas se están quedando en casa como tú.
Nos merecemos estas vacaciones: Escucho a muchas personas decir que se merecen tal o cual cosa, pero no siempre es así. Un beneficio tan fugaz y temporal, no debería ser financiado con deudas de largo plazo, así que para saber si corresponde tomarse o no estas vacaciones la pregunta es sencilla: ¿Tengo dinero para hacerlo? Si la respuesta es sí, genial, si es no, y debes endeudarte en 12 meses para terminar de pagar algo que disfrutaste hace un año, no es tan buena decisión.
Me siento culpable al ver a mis hijos aburridos: Como papá me pasaba muy a menudo el sentirme culpable al ver a mi hijo aburrido en casa mientras “todo el mundo” disfrutaba de sus vacaciones. Sin embargo entendí que aunque a los niños les encanta salir, si no hay presupuesto para eso, no es tan mala la idea que se aburran en sus casas. En el caso de mi hijo, esto permitió que desplegara su creatividad, desarrollara habilidades para el dibujo, comenzara a hacer deporte, etc. Nuestra casa no debe ser un parque de diversiones, debe ser un lugar seguro, cómodo y feliz. Jamás mis papás me llevaron de vacaciones de invierno y mi infancia fue muy feliz. Aburrirse en la calle puede ser destructivo, pero hacerlo en un hogar seguro puede ser fuente de mucha creatividad. No te sientas culpable.
¿Y qué hacer?
Haz consciencia: No te desesperes, no te sientas culpable, ni te endeudes si es que no puedes salir, enseña a tus hijos a que “no todo el mundo está saliendo”, también hay quienes se quedan en sus casas, que salir no es un derecho adquirido, hay que ganárselo, y que en esta oportunidad no hay presupuesto para eso. Es una buena lección para los hijos, incluso aunque se sientan un poco frustrados al principio.
Planifica e involucra a tus hijos: Si no puedes salir estas vacaciones, haz un plan para salir en las siguientes. Puedes ahorrar un pequeño porcentaje de tus ingresos para dicho fin. También puedes involucrar a tus hijos, no importando su edad, hacer juntos una alcancía, pintarla, ponerle un propósito como “vacaciones a Viña”, “a Brasil”, “a Orlando”, o “a la casa de la abuela”. También puedes enseñar a tus hijos a que parte de esas vacaciones dependen de ellos, que pueden vender cosas que no usan, hacer algún trabajo remunerado de acuerdo a su edad, etc.
Maneja tus emociones: La mayoría de nuestras decisiones de compra son irracionales, y totalmente basadas en emociones. Así, el sentirnos culpables, con miedo o avergonzados pueden ser verdaderas bombas de tiempo para nuestras finanzas. Tomar decisiones de consumo sin considerar esto, hará justamente que en las próximas vacaciones no tengamos dinero para salir, y en las próximas, y en las próximas, y así eternamente. Quizás aún estás a tiempo de parar, reflexionar y comenzar a construir un futuro completamente nuevo.
Existe un método de administración del dinero que podemos aprender, de manera de transformarlo de forma efectiva en nuestras vidas para alcanzar un nivel de abundancia, felicidad y plenitud.
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