Quien fuera uno de los ministros clave durante el último periodo de la dictadura cívico-militar en las conversaciones con la oposición que terminó en el plebiscito de 1989, Carlos Cáceres, continúa su férrea defensa a la Constitución de 1980 y asegura que las modificaciones que se hicieron posteriormente no lograron cambiar lo esencial que posee la Carta Magna, lo cual ha permitido mantener la estabilidad tanto política como económica.
Así lo da a conocer el exministro del Interior en una entrevista con El Mercurio a 30 años de ocurrido el plebiscito de 1989 en donde el conglomerado opositor Concertación de Partidos por la Democracia derrotó en las urnas a un Gobierno que estuvo 16 años en el poder y permitió que llegara a La Moneda el candidato de consenso opositor Patricio Aylwin.
Sobre las reformas, Cáceres señala que “la de 2005 fue muy importante, que la nueva Constitución fuera firmada por Ricardo Lagos, como Presidente. Pero reitero que para mí lo más importante de la Constitución de 1980 es lo que no se ha modificado. Creo que eso ha dado un sentido de estabilidad que todos sabemos que es un elemento fundamental para el progreso del país”.
En cuanto a los principales aportes que tuvo la primera reforma, la de 1989, el extitular del Interior explica que lo más significativo a su juicio fue el ambiente que se generó, porque se produjo un “proceso que fue caminando hacia lo que hoy podríamos calificar como una auténtica amistad cívica, de tal manera que en las elecciones presidenciales de 1989 fuera posible que los partidos y los candidatos mostraran sus verdaderas intenciones y no este papel de confrontación que había, a mi juicio, previo a las conversaciones constitucionales”.
Respecto a las modificaciones, Cáceres menciona que lo fundamental de la Carta Magna está expresada en los capítulos primero y tercero y “esos capítulos no han sido modificados y no quisiera que fueran modificados”.
El otrora jefe de gabinete de Augusto Pinochet también recuerda que el propio desaparecido general le planteó “serias dudas” de la conveniencia de continuar con las negociaciones con la oposición, porque “ciertas reformas no lo satisfacían y, por lo tanto, me pidió la renuncia al cargo de ministro del Interior”.
“Él sintió, en un momento, que con el proceso de la reforma no se sentía totalmente comprometido. Nunca me habló de capítulos especiales, sino que “este no, este no, este no”, lo que revelaba que llegó a una decisión de que lo acontecido podía colocar, a lo mejor, en un grado de debilidad el orden constitucional armado”, afirmó.
Cáceres también explica los argumentos esgrimidos a Pinochet para continuar con el proceso de reformas, indicando que había dos aspectos como la legitimidad de la Constitución porque “en la votación sobre ella no había registros electorales establecidos”, y la segunda es que “los partidos, enfrentando la contienda electoral de diciembre del año 1989, podrían transformar la elección para una nueva Constitución. La manera de sacar ese tema de la contienda electoral era anticipar el plebiscito. Y creo que estos argumentos llevaron finalmente al Presidente Pinochet, en una primera etapa, a aceptar”.
Finalmente, el exministro Cáceres se manifiesta en desacuerdo con las críticas actuales respecto a que la Constitución sigue como un legado de la dictadura.
“Con eso estoy absolutamente un desacuerdo, desde 1990 hemos tenido un desarrollo, desde el punto de vista económico y político. Hoy mi preocupación es que vemos un grado de polarización y ausencia de entendimiento, y una postura de la oposición de carácter muy obstructivo en que, sencillamente, no sé cuál es el propósito final que están buscando, si no es simplemente una derrota al gobierno actual, no mirando los intereses del país, que fue lo que se logró en 1989 y que permaneció durante un largo periodo de tiempo con la reforma a la Constitución de ese año. Eso lo echo de menos”, concluyó.