Este lunes, a 48 horas de la Cuenta Pública Presidencial, Fuad Chahin, presidente de la DC -el criticado partido que a ratos es de oposición y a ratos un extraño aliado el Gobierno- se lanzó con todo contra el Presidente Piñera acusándolo de: «La reciente Cuenta Pública no hace más que ratificar la política bolsonarista de la actual gestión. Les dice a los chilenos que es necesario avanzar hacia un gran acuerdo nacional para mejorar la calidad de la política y las instituciones, al tiempo que erosiona las bases éticas y la confianza que deben sostener dicho acuerdo. Y lo hace de forma abierta, sin pudor». Y sostiene además que el diseño de Palacio es: «La política de las medias verdades o política “fake” analogable a las “fake news”, que envuelve medidas efectistas para abordar áreas clave bajo un carácter de soluciones de política pública definitiva».
A continuación el texto completo de esta suerte de declaración de guerrilla que le hace el jefe de la DC al Gobierno:
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”, decía el escritor alemán George Lichtenberg al hacer un retrato descarnado de la crisis moral y política de la élite de su época. Esa pareciera la síntesis ideal para explicar lo que sucede con el gobierno del Presidente Piñera, su relato expresado en la reciente Cuenta Pública a los chilenos, y la valoración ciudadana de dicha expresión y gestión. Un gobierno cuya preocupación permanente por repuntar en las encuestas es inversamente proporcional a su capacidad por ganar el esquivo favor de las personas.
De acuerdo a Cadem, Piñera cierra mayo con una caída significativa en su imagen en comparación con el mismo mes de 2018 (de 47% a 33%, -14pts.). Su gran problema no es la emergencia de un caso Caval o un tsunami de proporciones. En lo que va de gestión se evidencia una falta de sentido de propósito y relato que trata de suplir vía golpes mediáticos con tintes populistas y una caricaturización de la oposición como “antipatriotas”.
Su gran promesa fue llevar a Chile a la tierra prometida del desarrollo por la vía de un crecimiento sostenido, una protección de la clase media, incluyendo su seguridad física y el acceso a empleos de calidad, además de abordar causas de fondo del conflicto en La Araucanía. Economía, empleo, seguridad, Sename y la cuestión mapuche son cinco de las seis promesas de campaña —áreas de gestión centrales con mayor caída en la evaluación ciudadana desde marzo de 2018 (Estudio 276 de Cadem).
¿Cuál ha sido el diseño definido por el gobierno para frenar una caída permanente en el favor ciudadano? La política de las medias verdades o política “fake” analogable a las “fake news”, que envuelve medidas efectistas para abordar áreas clave bajo un carácter de soluciones de política pública definitiva. Algunas de ellas: “Comando jungla”; control preventivo de identidad a menores; plan de modernización tributaria que más allá de mejoras introducidas por la Democracia Cristiana para beneficiar a las pymes, adultos mayores, clase media y regiones, en términos de recaudación solo alcanzaría un 0,3% del PIB; desestimación retórica de efectos de guerra comercial China-EE.UU. o problemas estructurales de competitividad y productividad en la economía local y el empleo; o Admisión Justa como gran cruzada en educación escolar.
Lo curioso es que esta política “fake” sigue la tendencia de un reconocido referente de ciertos sectores de la actual gestión: Jair Bolsonaro. De acuerdo a un reciente estudio de la Fundación Ciudadanía Inteligente, el jefe de Estado de Brasil en sus primeros 80 días ha dado 92 noticias falsas, seis ministros de Estado están envueltos en causas judiciales, a la par de un descenso en su adhesión al 35% de acuerdo a cifras de Ibope (cifra similar a la del Presidente Piñera en Chile).
La reciente Cuenta Pública no hace más que ratificar la política bolsonarista de la actual gestión. Les dice a los chilenos que es necesario avanzar hacia un gran acuerdo nacional para mejorar la calidad de la política y las instituciones, al tiempo que erosiona las bases éticas y la confianza que deben sostener dicho acuerdo. Y lo hace de forma abierta, sin pudor.
No duda en incorporar a su familia en instancias de negociación comercial entre Estados donde se pueden obtener beneficios personales, acceso a información privilegiada y posiciones ventajosas respecto de una mayoría de compatriotas; aprovecha resquicios normativos para evadir el pago de contribuciones e impuestos que van en directo beneficio de los ciudadanos más vulnerables y necesitados del país; en el marco de los anuncios en materia de reforma provisional, inicialmente desconoce los acuerdos logrados con la Democracia Cristiana para beneficiar a una gran clase media hoy desprotegida en su jubilación, y garantizar la administración del 4% de cotización adicional de los chilenos por un ente público. En paralelo, desconoce también los acuerdos logrados por varios de sus ministros (los mismos que hoy lo desmienten), y abre el espacio para incorporar la participación de las AFP en dicha gestión (deja entrever su proximidad con los reclamos y lobby de las aseguradoras para asegurar dicha gestión).
Por último, el Presidente hace un despliegue de proyectos y promesas interminables (de las cuales en un año, a nivel legislativo, solo ha logrado un 30% de avance), cuando la evidencia indica que es incapaz de generar y cumplir acuerdos mínimos en las escasas reformas significativas que trata de impulsar.
En este contexto de actuaciones poco consistentes y anuncios fallidos, la Democracia Cristiana solo estará disponible para avanzar en acuerdos si el gobierno y el Presidente manifiestan en hechos concretos la voluntad de poner fin a una política de medias verdades. Política que solo desacredita nuestras instituciones, se instala como caldo de cultivo para la emergencia de populismos, y se opone a la construcción de un Chile solidario, inclusivo y moderno.
Fuad Chahin
Presidente del PDC