Compartir tu vida con un perro o un gato es algo maravilloso, se hacen compañía y te ayudará a conocer gente bípeda o tendrás un detector de malas personas que además te da la patita. Pero por muy estupenda que sea vuestra relación, siempre habrá una sombra que teñirá de tristeza vuestro vínculo: la certeza de que lo vuestro acabará por culpa de su corto ciclo vital.
Los perros y los gatos se mueren, da igual lo que mucho que les queramos y lo mucho que les cuidemos. Y aunque todos asumamos esa horrible realidad en el momento que los adoptamos, la despedida es siempre dolorosa. Incluso más que cuando nos toca despedirnos de amigos o familiares que se han ido de nuestra vida de forma repentina.
Eso es lo que ha demostrado este estudio científico que analiza el vínculo entre seres humanos y mascotas, y cuyas conclusiones explican por qué una persona puede tener más pena ante la muerte de su perro o de su gato antes que de un ser humano.
El dolor es más profundo porque además sentimos incomprensión
No es una cuestión de que queramos más a nuestro amigo peludo que a las personas –aunque sea cierto en muchos casos-, sino de que los seres humanos no hemos inventado todavía un ritual para despedirnos de los animales con los que hemos compartido experiencia.
Si cuando muere un vecino, un compañero, un amigo o un familiar podemos asistir a un tanatorio, a una misa o a un entierro para llorarles, cuando fallece un animal no existe ningún rito de despedida que pueda servir para compartir en grupo nuestro dolor, un acto de lo más terapéutico.
Además, el duelo por la pérdida de un gato o de un perro no es algo comprendido por la mayoría de la de la sociedad, por lo que muchas personas pueden experimentar frustración por no sentirse comprendidos. O en el peor de los casos, no aceptarán sus propios sentimientos al considerarlos inadecuados.
Las empresas no dan días libres por la muerte de un perro. Ni tampoco es comprensible cancelar reuniones o pedir acortar la jornada laboral. Los que tienen perros deben llevar ese dolor en silencio.
Esa falta de ritual de despedida no es el único motivo del dolor más profundo que puede llegar a causar la muerte de una mascota. Lo peor es la incomprensión de muchas personas que no entienden exactamente que lloremos por perder a un ser que ha sido una parte importante de nuestra vida en los últimos años. ¿Por qué no pueden entender esa pérdida? Sencillamente, porque no pueden entender el vínculo que nos ha unido a nuestro amigo.
Fuente: GQ