Un fuerte crítica al método de selección escolar en colegios que impulsa el Gobierno hizo el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, quien sostiene que el Ejecutivo no busca promover la “meritocracia”, sino que “persigue tolerar la prerrogativa hereditaria”.
En lo que es ya su habitual columna en El Mercurio, el rector sostiene que la discusión en torno a la selección en los colegios vuelve a plantear un antiguo problema, el del “mérito” que lo explica como cuando alguien “lo que tiene se debe a su esfuerzo, a que su desempeño fue relativamente mejor que el de otros”.
“El mérito está relacionado con el esfuerzo voluntario de las personas. Pero si alguien obtiene un recurso escaso gracias a factores naturales, como un talento excepcional, no se dice que sea meritorio, sino que se le llama simplemente talentoso. Y si alguien obtiene una mejor posición no gracias a su esfuerzo ni su talento, sino gracias a marcadores culturales como la pertenencia familiar, no se dice que se trate de alguien meritorio o talentoso, sino de alguien simplemente afortunado (en términos de Pierre Bourdieu, un heredero). Quien transpira y obtiene es meritorio; quien respira para lograrlo, talentoso; quien recibe, heredero”, expone el académico.
Sin embargo, su cuestionamiento apunta a que el Gobierno ha dicho que una admisión justa debe tener en cuenta el mérito y “acto seguido ha declarado que debiera admitirse, incluso, una previa entrevista familiar. Salta a la vista el error intelectual en el que incurre”.
Ante ese punto de vista, Peña menciona que “una selección por mérito no debe contabilizar la pertenencia familiar (salvo que alguien crea la tontera de que el lugar donde cada uno nació se debe al propio esfuerzo). Si la familia pesa en la selección, entonces ya no se trata de mérito sino de lo que, siguiendo a Bourdieu, podría llamarse herencia. Y si eso es así (si la pertenencia familiar no debe contar a la hora del mérito), entonces tampoco cabría tener en cuenta el rendimiento asociado a la pertenencia familiar. Si usted sabe que el diferente rendimiento en pruebas estandarizadas refleja diferencias de clase, entonces tenerlo en cuenta tampoco equivale a tener en cuenta el mérito. Ya en 1793, Kant había observado que si se trataba de asegurar que cada persona llegara tan lejos como le permitiera su talento y su aplicación, entonces debía ser ciega a la herencia (los ignorantes, por supuesto, acusarían a Kant de resentimiento)”.
“Así y aunque no se atreva a confesarlo, el esfuerzo del Gobierno no es promover el mérito, sino que persigue tolerar la prerrogativa hereditaria”, plantea el columnista.
En ese sentido, Peña precisa que el Ejecutivo piensa que las familias tienen derecho a transmitir ventajas a sus hijos y que el capital social, las redes y las relaciones deben tener un peso relevante a la hora de asignar cargos o posiciones incluso en el Estado.
Pero al respecto explica que “para probar que esta es la verdadera convicción gubernamental bastaría recordar el caso de Fernanda Bachelet o el de Pablo Piñera, a quien se intentó nombrar embajador. En ambos casos se trataría de personas eficientes (y es seguro que solo por respetar su timidez el Presidente no los hizo competir); pero no es correcto decir que aplicó un principio meritocrático en sus frustrados nombramientos”.
“La meritocracia en las manos y en el discurso gubernamental (lo prueba la reforma escolar que se promueve y los nombramientos recién citados) no es de veras; es simplemente lo que Platón, en el siglo V A.C. llamó una mentira noble (República, 414, bc; sobre la voluntad de mentir puede verse Hipias menor)”, agrega.
El académico sostiene en tal sentido que “es necesario, dice allí Platón, convencer a los ciudadanos de que los dioses hicieron a algunos de oro, a otros de plata y a otros de bronce. Los primeros gobiernan, los segundos administran y los terceros labran la tierra. Y es necesario, continúa, que a cada uno «prodiguen la educación que corresponde». Luego hay que decir -y esta es la mentira que ha de esparcirse para que la ciudad sea gobernada- que la educación que cada uno recibe solo expresa el metal de que cada uno estaba hecho”.
“Cuando en medio de este debate se sugiere, contra toda evidencia, que permitir la selección en cierto nivel y considerar la pertenencia familiar, es una forma justa de considerar el mérito; cuando los exitosos se valen de su éxito para sostener que él acredita su esfuerzo; cuando se encubre el origen de las posiciones sociales y se las disfraza con transpiración, no se está más que reiterando una y otra vez esa mentira noble que, hace ya cosa de 25 siglos, Platón recibió de la cultura fenicia y transmitió al relatar una conversación entre Sócrates y Glaucón”, añade.
Finalmente, Peña argumenta que “es, desde luego, poco probable que el Presidente Piñera haya leído durante sus insomnios el texto platónico, pero no cabe duda, a juzgar por la reciente iniciativa y por los tropiezos que ha experimentado con sus nombramientos, que él cree a pie juntillas en esa mentira noble, y si no cree en ella parece estar, de todas formas, dispuesto a divulgarla”.